y todos ustedes son hermanos” (Mt 23,8)
“A nadie llamen “padre” porque no tienen sino uno, el Padre celestial” y “todos ustedes son hermanos” (cf. Mt 23,8-9). Lo dice claramente mi Señor Jesús: todos los hombres forman una gran familia. Todos son hermanos, Dios es el Padre común. Todos deben tener unos por otros los pensamientos, las palabras, los actos que un buen padre desea que sus hijos tengan entre ellos.
El amor que el mejor de los padres desea ver reinar entre sus hijos, he aquí el amor que debemos tener a todos los hombres, sin excepción. Nuestro modelo, Jesús, nos da el ejemplo: Dios viene sobre la tierra para mostrarnos bajo forma humana cómo quiere que cada hombre ame a los otros hombres. ¿Qué hace Jesús? Vive treinta cuatro años y da su sangre en medio de los más terribles tormentos para la santificación y salvación de todos los hombres. No solamente de todos en general sino de cada uno en particular. Por eso, de cada uno podemos decir: por este hombre Jesús murió, para salvarlo y santificarlo. Luego de dar el precepto del amor, Jesús ha dado el ejemplo. Cómo dijo San Pablo, por Cristo “han sido comprados, ¡y a qué precio! (cf. 1 Cor 6,20).
Cada hombre es nuestro verdadero hermano en Dios. Cada hombre fue amado tanto y estimado tan altamente por Jesús, que murió por él. Todo hombre debe aparecernos como hermano y un hermano que está como cubierto por un manto de Sangre de Jesús.
Beato Carlos de Foucauld (1858-1916)
ermitaño y misionero en el Sahara
Salmo 40 (Méditations sur les psaumes, Nouvelle Cité, 2002),
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