entre los actos y el corazón.
En el Evangelio vemos la lucha entre Jesús y los fariseos. El Señor intentó llevar la Buena Nueva a ellos y a los escribas, pero cuando percibió que no cambiarían en nada, se enfrentó con ellos. Cuando Jesús les habló aquello que era preciso y los llamó hipócritas, les dio a los fariseos las razones.
Los fariseos eran malos? Ninguno de ellos quería ser malo, al contrario, ellos querían ser perfectos, practicar la ley con perfección. Pero, más allá de las leyes dejadas por Dios ellos fueron creando otras leyes y normas; y era prácticamente imposible cumplir todo aquello. Posicionándose delante del pueblo como perfectos practicantes de la ley, pero no consiguiendo cumplirlas ellos mismos, fueron volviéndose hipócritas. No existía sintonía entre cara y corazón. A partir de ahí, comenzaron a volverse malos.
Jesús fue verdaderamente simple. Los fariseos quedaron decepcionados y no se abrieron a Él. Por eso comenzaron a perseguirlo, pues tenían, delante del pueblo, el concepto de las cosas perfectas, gustaban ser homenajeados y llamados como maestros.
El “virus del fariseísmo” continúa hasta hoy y puede tocar a cualquiera de nosotros.
Este virus tiene una predilección: él escoge aquellos que quieren ser más que Dios, que usan los dones de Él, aquellos que están al frente de la Iglesia.
Todos corremos el riesgo de agarrar ese virus y volvernos hipócritas. El va tomándonos de a poco y cuando lo percibimos, ya estamos viviendo la hipocresía de imponer a los otros algo que no practicamos, sea como padres, coordinadores o jefes. Hoy es el día de colocarnos bajo la luz de Dios para que El nos libere de ése mal.
Reza conmigo: “Señor, ilumíname, muéstrame toda la hipocresía que hay en mí. Yo no quiero huir de Tu Liz, quiero exponerme a ella. Muéstrame el “virus del fariseísmo” y donde estoy siendo hipócrita. Ayúdame a mudar mis hábitos, Señor”
Mons. Jonas Abib
Fundadora Comunidad Canción Nueva.
Fuente: Mensaje del día www.cancaonova.com
Adaptación y traducción del original en portugués.
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