ME CONOCES A
FONDO, SEÑOR
Salmo 138
“Señor, tú me sondeas
y me conoces:
me conoces cuando me
siento o me levanto,
de lejos penetras mis
pensamientos;
distingues mi camino y
mi descanso;
todas mis sendas te
son familiares;
no ha llegado la
palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la
sabes toda.
Tanto saber me
sobrepasa;
es sublime, y no lo
abarco.”
Conoces mis pensamientos, mis palabras, mis
idas y venidas,
mis motivos y pasiones, mi lealtad y mis
fallos,
mi carácter, mi personalidad.
Me conoces mejor que yo mismo.
Me entiendes aun en lo que yo no me entiendo
a mí mismo.
Me descansa saber que al menos hay alguien
que me entiende.
Sé que el conocimiento propio es el camino de
la salud mental y de la perfección espiritual. He trabajado por conseguirlo sin
éxito, y ahora caigo en la cuenta de que en ti es donde me encuentro a mí
mismo, en tu rostro veo el reflejo del mío, en el conocimiento que tú tienes de
mí es donde he de encontrar el propio conocimiento que afanosamente busco.
Tratar contigo en la oración es la mejor manera de llegar a conocerme a mí mismo.
Esta iluminación marca una nueva etapa en mi carrera espiritual.
Tú conoces hasta mi cuerpo, que, según
empiezo a ver ahora, juega un papel mucho más importante en mi vida de lo que
yo había creído hasta ahora, unido como está a mi alma en vínculo íntimo de
influencia mutua en existencia fundida.
“Tú has creado mis
entrañas,
me has tejido en el
seno materno.
Conoces hasta el fondo
de mi alma,
no desconoces mis
huesos.
Cuando en lo oculto me
iba formando,
y entretejiendo en lo
profundo de la tierra,
tus ojos veían todos
mis miembros,
y se inscribían en tu
libro;
los formaste día a
día,
y ninguno se retrasó
en su crecimiento.
¡Qué incomparables
encuentro tus designios, Dios mío,
qué inmenso su
conjunto!”
Llévame a entender mi cuerpo día a día como lo
entiendes tú.
Hazme apreciar esta maravilla de tu creación
y amar el don de la materia en mi cuerpo. Reconcíliame con lo que hay de físico
y material en mí y haz que me sienta orgulloso de mi contacto con la tierra a
través de la arcilla de mi cuerpo.
Hazme amar mis sentidos corporales, fiarme de
su sabiduría, seguir sus instintos. Haz que me sienta uno con la naturaleza a
través de su contacto, hasta llegar a establecer una fraternidad de ver, oír y
gustar con todo el mundo material que tú has creado para que me haga compañía
en mi camino hacia ti.
Y luego llévame a que me entienda a mí mismo
como un todo, alma y cuerpo, sentidos y mente, sabiduría y locura, tal como soy
en la unicidad de mi carácter y en la santidad de mi naturaleza, que lleva tu
sello. Dame, Señor, la gracia suprema del conocimiento propio frente a ti en el
contexto de tu creación entera. En esa gracia están todas las gracias.
Me conoces a fondo, Señor. Enséñame a
conocerme a mí mismo a fondo.
Carlos Valles sj
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