El peso que llevamos…..
Miro a mi alrededor y descubro que las cosas que quiero llevar no pueden ser llevadas. Exceden el tamaño permitidos. ¿Te has imaginado llegar al aeropuerto llevando el colchón para ser despachado?
Las preguntas son muchas…….. ¿Y si tengo ganas de escuchar aquella música? ¿Y si quiero ver la película que acostumbro ver, como si fuera la primera vez?
Me doy por vencido, desisto.
Pongo todo en un espacio delimitado para mi partida y me voy. A menudo me acuerdo de alguna cosa que ya estaba olvidando, o entonces, inevitablemente concluyo que más de la mitad de las cosas que he llevado no me sirvió de nada.
Es en esta hora que descubro que partir es la experiencia inevitable de sufrir ausencias. Y en eso esta el encanto del viaje. Viajar es descubrir el mundo que no tenemos. Es el tiempo de sufrir la ausencia que nos ayuda a medir el valor del mundo que nos pertenece.
Y entonces caigo en la cuenta de cuánta razón tenía el poeta al cantar: “¡Bueno es partir. Bueno, es volver! Él tenia razón. La partida nos abre los ojos para lo que dejamos. La distancia nos permite medir el espacio dejado. Por lo tanto, partidas y llegadas son instrumentos que nos indican quienes somos, lo que amamos y lo esencial para que continuemos siendo lo que somos. Al ver el mundo que no es mío, me reuní con el deseo de amar todavía más mi territorio. Es natural que el corazón quiera volver al punto inicial, al lugar donde todo comenzó.
Es como si la voz identificase la raíz del grito, el primer elemento.
Vida y viajes siguen las mismas reglas.
Los excesos nos pesan y eliminan la voluntad de vivir. Por eso es tan necesario partir. Salir en la dirección de las realidades que nos ausentan. Lugares y personas que no pertenecen al contexto de nuestra lamentaciones…….hospitales, asilos, internados.
Al ver el sufrimiento de cerca, tocar en la herida que no duele en nuestra carne, pero que de alguna forma nos puede humanizar.
Caminar en la dirección del otro es también hacer una viaje. Pero no lleves mucha cosa. No tengas miedo de las ausencias que sentirás. Al entrar en el territorio del otro, tal vez así nuestros ojos puedan abrirse para ver de una forma nueva nuestro territorio. No lleves tus pesos. Ellos no te permitirán encontrar al otro.
Viaja liviano, liviano, bien liviano.
Pero siempre déjate llevar.
Padre Fábio de Melo
Traducción: Thaís Rufino de Azevedo
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