Santo Antao un día discutía con satanás y lo cuestionaba porque el siempre lo tentaba y no tentaba a los otros monjes. El enemigo le dijo que no lo hacía porque ellos ya lo hacían, pues vivían peleando, hablando mal unos de otros, rezaban poco y no dejaban a Dios actuar en sus vidas. Muchas veces esto acontece en nuestra vida, somos nosotros mismos los tentadores de nuestros hermanos.
Deja a Dios ser Dios de tu vida y deja que Él la cambie!
Dios te bendiga!
p. Cleidimar Moreira
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