domingo, 23 de marzo de 2014

Mirada de Dios

Nadie puede tener la mirada de Dios, si no le es comunicada por “el Espíritu, que todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios” (1Co 2,10). 
Nadie puede acoger a Jesús como Señor, y menos vivir unido a él,
si no es bajo la acción del Espíritu (1Co 12,3).
Nadie puede entrar en solidaridad con la Iglesia y con la humanidad,
de no estar “bautizado (sumergido) en el Espíritu
y bebiendo del mismo Espíritu de Cristo Jesús” (1Co 12,13).
En realidad, la intercesión verdadera
es siempre obra del Espíritu paráclito, defensor, intercesor.
Es él quien intercede en y desde nosotros en favor de las diversas intenciones.


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