"Con tu ayuda material, por generosa que esta sea, puedes llegar a muy pocos.
Con tu intercesión, puedes abrazar el mundo y empujarlo hacia Dios.
Interceder, es acoger en tu corazón los intereses, necesidades y problemas de nuestra sociedad y “acercarte confiadamente al trono de la gracia a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para ser socorridos en tiempo oportuno” (Hb 4,16).
La intercesión no tiene otros límites que los de nuestro amor y los del poder de Dios.
¡Cuántos recibirán la gracia de la conversión y te estarán agradecidos por la eternidad!
¡Y cuántos amigos de Dios, gracias a tu oración saldrán de la mediocridad
y se encaminarán hacia la santidad!"
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