¡Jesús resucitó! ¡Aleluya!
Siento que el Señor quiere darnos un deseo de encuentro con El en el día final. Día en que lo miraremos en los ojos, Lo abrazaremos y nos encontraremos con El cara a cara. Esta es la seguridad que nos trae la Vigilia Pascual.
Tengo una buena noticia para ti: ¡Jesús resucitó! ¡Aleluya! Proclamamos a El la eternidad y la gloria de los siglos sin fin. El Cristo Señor nos proteja y nos guarde.
Al comenzar la celebración de la Vigilia Pascual estaba todo oscuro, el cirio Pascual se prendió y fue entrando entre nosotros. Aquella luz fue entrando y a paulatinamente fuimos prendiendo nuestras velas y pasando unos a los otros la llama de la resurrección. Por menor que parezca la llama, ella es suficiente, porque se distribuye por el anuncio que vamos proclamando con toda nuestra fuerza.
En medio de toda muerte existe una semilla de resurrección. La luz es Cristo entre su Pueblo. Escuchamos la proclamación de la Pascua del Señor y fuimos envueltos por cada proclamación y todas ellas nos prepararon para el canto del “Gloria”. El altar fue "armado" con velas, cruz, manteles y flores. Todo se practicó antes para que pudiesen percibir que el silencio se quebró por el ruido de la resurrección.
¡Nuestro Dios está resucitado! ¡El está entre nosotros! Todo cambió.
Tal vez hoy, en muchos lugares aun se encuentre un sepulcro cerrado por alguna piedra, donde aún hay muerte, violencia, corrupción y derrota. ¿Cuál es la piedra que aún está en tu vida y te impide tocar el milagro? ¿Qué te impide resucitar?
Aquellas mujeres se levantaron temprano para perfumar el Cuerpo del Señor. En el camino, probablemente pensaron quien podría moverles la piedra. Y nosotros también nos preguntamos: ¿Quién podrá mover la piedra? Necesitamos dar un paso hacia adelante, con nuestra fe.
Jesús aún estaba en el sepulcro pero ellas lo querían ver. Si nosotros no tenemos el coraje de dar un paso, nada pasará. Necesitamos proseguir aunque sea en la oscuridad y en la madrugada, como hicieron aquellas mujeres, de lo contrario no podremos ver las sorpresas de Dios. Cuando ellas llegaron, la piedra ya había sido retirada. El obstáculo que las impedía había sido removido.
Nosotros también encontramos las piedras de la desesperanza, de la cultura de la muerte, de la depresión y del abatimiento en nuestro camino pero necesitamos dar un paso en dirección al Señor. Aunque no sepamos como mover la piedra, no podemos quedarnos inmóviles. No pensemos en el tamaño ni en el peso de la piedra, no digamos que es imposible pues quien mueve la piedra es el mismo Dios. El quiere sacarte de la condición de muerte, angustia y tristeza, El quiere que resucites con El.
La primera sorpresa que aquellas mujeres encontraron fue la piedra removida del lugar. La segunda sorpresa fue ver que Jesús ya no estaba ahi, El había resucitado.
Haz como aquellas mujeres, busca al Señor y sé sorprendido por El.
Solo experimenta las maravillas del Señor quien se pone a caminar.
¿Dónde es el encuentro con Dios?
Que tu corazón vuelva a ese lugar.
Escuchamos en las lecturas que aquel pueblo que sería liberado de Egipto comenzó a reclamar. Eran esclavos entonces porqué reclamaban si estaban siendo liberados? porque lamentablemente tenemos la tendencia de acomodarnos. Es más fácil no creer y quedarnos parados pues tenemos miedo de lo que el Señor nos va a pedir. Preferimos el realismo del menos, a la promesa del más. Dios para nosotros no tiene solo la primera experiencia que viviste con El, tiene mucho más para nuestra esperanza.
Reavivemos nuestra fe.
Preferir el menos a la promesa del más, produce en nosotros un proceso de corrupción. Esta historia de no salir de nuestro comodismo produce dos cosas muy dificiles: la mediocridad y la tibieza.
Por eso, Dios hace un movimiento en la liturgia de hoy, El no nos quiere parados, nos quiere en movimiento. Nos quiere sorprender.
Considérate muerto para el pecado y vivo para Dios a partir de la noche pascual. Imagínate cuando los discípulos fueron a Galilea y encontraron a Jesús resucitado, con su Cuerpo glorioso. Allí estaba la seguridad para aquellos discípulos, no existe más muerte, ella fue vencida y tenemos la seguridad de que existe un lugar que nos espera, donde no hay dolor ni llanto, donde Dios será todo en nosotros. Donde existirá alegría plena, no habrá vacíos. Será alabanza. ¡Qué deseo tan grande!
No podemos perder el primer fervor, el primer amor.
Dios nos quiere revelar el cielo, la vida eterna. Se que quieres conocer el abrazo del Cristo Resucitado de forma muy concreta, el mismo abrazo que los discípulos recibieron. Y el Señor quiere darles ese abrazo. ¿Quieres vivir para Dios? Tal vez ya vivas, entonces basta disponer más a tu alma, pues Dios tiene milagros para ti.
Padre Roger Luis
Comunidad Canción Nueva
Retiro de Semana Santa 2015
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