CERCO DE LA MISERICORDIA
COMUNIDAD PIEDRAS VIVAS
Parroquia San Miguel Arcángel
¡Paz y Bien, Familia!
El JUEVES SANTO nos encuentra viviendo la SEPTIMA y
última noche del Cerco de la Misericordia.
¡Cómo no agradecer al Señor este regalo!
En la día y la noche donde el Señor se dona como
alimento y nos muestra el camino del servicio como camino de crecimiento
personal y comunitario, nosotros, Familia Piedras Vivas queremos vivir nuestro
Cerco de la Misericordia.
Desde el corazón Eucarístico de San Miguel Arcángel,
ofrecemos nuestra oración de intercesión por ustedes, queridos miembros de la
Gran Familia Piedras Vivas para que, en cada hogar se replique éste camino de
crecimiento: AMOR, DONACIÓN Y SERVICIO!
Y como siempre sugerimos preparar un espacio
oracional.
Recuerden que somos un todo, una unidad, por eso,
para que todo nuestro ser “comprenda desde lo más exterior” que éste momento es
“especial” les invitamos a preparar con esmero un “espacio oracional”
¡En el centro del “altar familiar” LA PALABRA,
siempre La PALABRA!
¡Que no falte la Luz!, -Jesús es la Luz que todo lo
penetra!- y un pequeño cirio encendido nos recordará siempre la presencia
silenciosa de Aquel que arde de Amor por cada uno de nosotros.
Sería oportuno disponer de un ícono de Jesús
Misericordioso y no olviden tener a mano el Rosario;
¡Dios Bendiga este
Cerco!
¡Lluvia de Gracias,
querida Familia
Piedras Vivas!
EL CAMINO ES AMOR
Y SERVICIO
ORAR POR VIVOS Y DIFUNTOS.
ENTERRAR A LOS MUERTOS
G7
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GUÍA Noche 7
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BIENVENIDA
Queridos Familia Piedras Vivas,
al atardecer de este JUEVES SANTOS
nos hemos reunido junto al altar del Señor
para celebrar la Eucaristía haciendo memoria,
de manera singular, de aquella última Cena,
en la cual el Señor Jesús,
habiendo amado hasta el extremo a los suyos,
ofrecía a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre
bajo las especies del pan y del vino.
Ahora nos hemos reunimos, en
actitud de adoración,
Al Señor presente entre
nosotros en todos los sagrarios del mundo.
Que nuestra oración esta
noche
nos ayude a comprender más y
más
el don que el Señor nos ha
hecho
de su Cuerpo y de su Sangre.
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CANTO
Ya no eres pan y vino,
ahora que eres cuerpo y sangre, vives en mí
de rodillas yo caigo al contemplar tu bondad,
como no te voy a adorar
Mientras te pierdes en mis labios,
tu gracia va inundando todo mi corazón
por esa paz que me llena de alegría mi ser,
como no te voy a adorar
Señor Jesús, mi salvador,
amor eterno, amor divino
ya no falta nada, lo tengo todo, te tengo a tí (bis)
Dueño y Rey del universo
como puede ser posible que busques mi amor
Tú tan grande y yo pequeño y te fijas en mi,
como no te voy a adorar
De rodillas yo te pido
que el día cuando tu me llames sea como hoy
para mirarte a los ojos y poderte decir,
que como no te voy a adorar
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G7
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PRESENTACIÓN DEL TEMA
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1
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Durante esta Cuaresma,
7 noches no han visto transitar caminos de
Perdón e intercesión,
De alabanza y de agradecimiento.
Hoy queremos
particularmente a Adorar y Acompañar.
El Cerco de la Misericordia
Ha procurado ser, en este año jubilar,
Un espacio, un tiempo de encuentro con Aquel
Que es la Misericordia misma.
El Cerco de la Misericordia nos ayuda a
introducirnos
En ése mar de amor,
En ése Refugio Santo que es el Corazón Vivo de la
Iglesia:
El Corazón Eucarístico
de Jesús.
Misericordia y Eucaristía están íntimamente unidos
Tan unidos como la Misericordia con el perdón,
La Misericordia con el servicio,
Con la Justicia, con la
Verdad…
Hemos visto y comprendido en este tiempo que
TODO ES POSIBLE cuando permitimos que
EL CRISTO NOS ENCUENTRE.
Sólo se trata de eso, DEJARNOS ENCONTRAR.
Todo es posible cuando JESÚS LLEGA
Cuando se cuela en nuestras vidas, en nuestras
familias,
En las cosas más simples y sencillas de nuestras
vidas,
Queridos, si no permitimos que esto acontezca,
Nuestros pasos hacia el templo,
Nuestras participación en cientos de misas,
procesiones y adoraciones serán sólo eso: pasos…
Pero nuestra vida
estará lejana de la Gracia que todo transforma.
Comencemos este momento de oración
Confesando nuestra fe, nuestra pertenencia,
Marcando nuestras vidas
con la señal de la cruz…
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+ ¡Abre, Señor mi mente!
+ ¡Abre, Señor, mis labios!
+ ¡Abre, Señor mi corazón;
Para que pueda recibir y anunciar Tu Palabra!
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INVOCACIÓN
ESPÍRITU SANTO
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2
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Durante estas noches el Señor
ha ido sembrando
En nuestros corazones y
mentes semillas de Vida Nueva.
Es tiempo de permitir que
esas semillas surjan,
Crezcan, y hoy, en ésta
noche,
Puede ser el tiempo y el
lugar donde eso acontezca
Donde obtener ésa Agua Viva
que haga surgir frutos de santidad.
Ven, Espíritu Santo,
Penetra en las profundidades de mi alma con Tu amor y Tu poder.
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Arranca las raíces más profundas y ocultas del dolor
Y del pecado que están enterradas en mi.
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Lávalas en la Sangre preciosa de Jesús y aniquila definitivamente toda
la ansiedad, angustia, sufrimiento interior, desgaste emocional, infelicidad,
tristeza, ira, desesperación, envidia, odio y venganza, sentimiento de culpa
y de autoacusación, deseo de muerte y de fuga de mi mismo, toda opresión del
maligno en mi alma, en mi cuerpo y toda insidia que él pone en mi mente.
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¡Oh Bendito Espíritu Santo!
Quema con Tu fuego abrasador
toda tiniebla instalada dentro de mi,
que me consume e impide ser feliz.
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Destruye en mi todas las consecuencias de mis pecados
Y de los pecados de mis antepasados,
Que se manifiestan en mis actitudes,
Decisiones, temperamento, palabras, vicios.
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Libera, Señor,
Toda mi descendencia de la herencia de pecado y
rebeldía
Con las cosas de Dios que yo mismo le transmití.
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¡Ven, Espíritu Santo! ¡Ven, en nombre de Jesús!
Lávame en la preciosa Sangre de Jesús.
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Purifica todo mi ser, quiebra toda dureza de mi
corazón,
Destruye todas las barreras de resentimientos,
Dolor, rencor, egoísmo, maldad,
Orgullo, soberbia, falta de tolerancia,
Prejuicios e incredulidad que hay en mi.
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En el poder de Jesucristo resucitado,
¡libérame, Señor!
¡Cúrame, Señor!
¡Ten piedad de mi, Señor!
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¡Ven Espíritu Santo!
Hazme resucitar ahora para una nueva vida,
Plena de Tu amor, alegría, paz y plenitud.
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Creo que estás haciendo esto en mi ahora
Y asumo por la fe mi liberación, cura y salvación
En Jesucristo, mi Salvador
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¡Gloria a Ti, mi Dios!
¡Bendito seas para siempre!
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Alabado seas, mi Dios!
En Nombre de Jesús y por María,
Nuestra Madre.
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Padre o Madre de Familia:
“Amado Dios
gracias por reunirnos en Tu Nombre,
qué privilegio el que Tú nos das
al poder tener un encuentro íntimo contigo.
Te pedimos que siempre haya en nuestros
corazones
una correcta actitud de amor y gratitud.
Oh Dios, Tú eres nuestro Dios!
Con diligencia te buscaremos;
nuestra alma tiene sed de Ti.
Porque mejor es Tu misericordia que la vida;
nuestros labios te alabarán.
Por eso te bendeciremos y en Tú nombre
alzaremos nuestras manos.
Tú eres nuestro socorro,
bajo la sombra de tus alas cantaremos de gozo.
Nuestras vidas están apegadas a ti;
tu mano derecha nos sostiene”.
Amén
Hijos u
otro miembro de la familia:
Agradecemos el don de Tu Presencia entre
nosotros.
Presencia que nos sana y nos vivifica:
Agradecemos Tu Amor eterno,
Tu paciencia infinita.
Queremos contemplarte, adorarte y darte toda
honra.
Queremos dejarnos modelar por la Fuerza de Tu
Amor.
Fuerza capaz de cambiar nuestros pensamientos
Por los Tuyos.
FAMILIA
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Tú eres santo, Señor Dios único, que haces
maravillas.
Tú eres fuerte, Tú eres grande, Tú eres altísimo,
Tú eres rey omnipotente, Tú, Padre santo,
Rey del cielo y de la tierra.
Tú eres trino y uno, Señor Dios de dioses,
Tú eres el bien, todo el bien, el sumo bien,
Señor Dios vivo y verdadero.
Tú eres amor, caridad; Tú eres sabiduría, Tú eres
humildad,
Tú eres paciencia, Tú eres belleza,
Tú eres mansedumbre, Tú eres seguridad,
Tú eres quietud, Tú eres gozo,
Tú eres nuestra esperanza y alegría,
Tú eres justicia, Tú eres templanza,
Tú eres toda nuestra riqueza y satisfacción.
Tú eres belleza, Tú eres mansedumbre;
Tú eres protector, Tú eres custodio y defensor
nuestro;
Tú eres fortaleza, Tú eres refrigerio.
Tú eres esperanza nuestra, Tú eres fe nuestra,
Tú eres caridad nuestra,
Tú eres toda dulzura nuestra,
Tú eres vida eterna nuestra:
Grande y admirable Señor,
Dios omnipotente, misericordioso Salvador.
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G7
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Tiempo de adoración
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3
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(Sólo si la celebración la estás viviendo comunitariamente
delante del Santísimo Sacramento en una Iglesia o capilla te invitamos a
cantar…
PARA ADORAR FUE QUE NACÍ, para exaltarte a Ti, Señor
Para adorar, fue que nací, para exaltar Tu Santo Nombre.
Mi alma, tiene sed, de Ti
Y mi espíritu, necesita de Ti.
Si estás en tu
hogar recita el Salmo 23
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Padre
o Madre de Familia
Dios Rico en
Misericordia,
Exaltamos Tu
Gloria y Tu poder.
Agradecemos las
maravillas que has realizado a favor de Tu Pueblo
Y, postrados nuestros
corazones,
Te decimos:
MUJERES
En tu noche de
entrega,
En tu noche de
soledad,
En tu hora
difícil,
En tu lucha y agonía…
VARONES
Nosotros
queremos rezar contigo.
MUJERES
Cuando todos te abandonan,
Cuando Judas te traiciona,
Cuando el Sanedrín prepara tu condena…
VARONES
Nosotros
queremos estar contigo.
MUJERES
Cuando los discípulos se duermen,
VARONES
Nosotros
queremos velar contigo.
MUJERES
Cuando los soldados te prenden
VARONES
Nosotros
queremos defenderte.
MUJERES
Cuando Pedro te niega tres veces.
VARONES
Nosotros
queremos confesarte.
Padre o madre de
Familia
Eterno Dios,
En quien la misericordia es insondable
Y el tesoro de la compasión es inagotable,
Míranos favorablemente y multiplica en nosotros
Tu misericordia,
para que no nos desesperemos en los momentos difíciles,
Ni nos desanimemos,
Pero que nos sometamos con gran confianza
A Tu Santa Voluntad,
Que es amor y la propia misericordia.
Tu perdón nos llega a todos como una bendición,
borra nuestros pecados y rebeldías.
Tú bendices y declaras inocentes,
a los que no actuamos con malicia.
Mientras callamos nuestros pecados,
se envejecieron nuestros huesos
y las fuerzas se nos fueron acabando de tanto llorar.
Pero te los confesamos y no ocultamos nuestra maldad,
nos decidimos a reconocerte que habíamos sido rebeldes contigo,
y Tú, Dios y Señor, nos perdonaste,
por eso los que Te amamos oramos a Ti
en todos los momentos de angustia”.
Amén
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(Hacemos
un breve silencio)
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ORACIÓN A LOS PIES DEL
SEÑOR
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4
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Si la celebración es frente al Santísimo, puestos de rodillas.
Si estamos en nuestros hogares, puestos de rodillas, podemos hacer un
momento de silencio, cerrar los ojos y contemplar con el Corazón el Sagrario
que acostumbramos visitar. Imaginamos que nuestro corazón está en ése lugar
en éste momento y recitamos la oración
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Pidamos a Jesús todos juntos
Que la Fuerza y el Poder de la
Misericordia
Haga nuevas todas las cosas en nosotros
Recitamos de rodillas
• ¡Te adoro, Señor y Creador, oculto en el
Santísimo Sacramento. Te adoro por todas las obras que salen de tus manos,
porque ellas me muestran toda tu sabiduría y tu bondad y tu misericordia!
• ¡Oh Señor! Sobre la tierra has esparcido
tanta belleza, que ella me habla de la tuya, aunque aquella sea un pobre
reflejo de tu belleza.
• Aunque hayas escondido y ocultado tu
hermosura, mi ojo, a quien la fe guía, llega hasta ti y mi alma reconoce a su
Creador, su bien más alto, mientras el corazón se sumerge enteramente en
adoración.
• ¡Señor y Creador mío!
Tu
bondad me da aliento para hablarte. Tu misericordia suprime la sima que
separa al Creador de su criatura. Hablar contigo, ¡Oh Señor! es un deleite
para mi porque mi corazón encuentra en ti todo lo que desea.
• Aquí, tu luz ilumina mi mente para que pueda
conocerte cada vez mejor y torrentes de gracias fluyen a mi corazón.
Aquí
mi alma aspira a la eternidad.
• ¡Oh, Señor y Creador mío!, Tú solo, más allá
de todos estos regalos.
Te
ofreces a mi y te unes íntimamente a esta criatura insignificante.
• ¡Oh, Cristo! Deja que mi mayor felicidad
sean que te ame y que seas proclamadas tu honra y tu gloria, especialmente el
honor debido a tu misericordia.
• ¡Oh Cristo!, déjame exaltar tu bondad y
misericordia hasta mi último suspiro. Que cada latido de mi corazón renueve a
cada instante mi gratitud, que cada gota de mi sangre circule solamente por
ti.
• Que mi ser entero sea un himno a tu gloria.
Que
en mi lecho de muerte, el último latido de mi corazón me encuentre ensalzando
el himno de tu amor que a tu misericordia insondable se debe. ¡Amén!
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LITURGIA DE LA PALABRA
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5
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Aquel a quien creemos realmente presente
en el
sacramento de la Eucaristía,
en todos los
Sagrarios del mundo,
será quien nos
hablará y a quien nosotros escucharemos.
Jesús se nos
mostrará como el camino para llegar al Padre,
nos hablará de
la caridad con la que espera
que actúen los
que creen en él y, sobretodo,
lo escucharemos
orando
para que
vivamos en la unidad más plena,
en la comunión
más total con él y con el Padre.
Tomamos nuestras Biblias y buscamos en el
Evangelio según san Juan, capítulo 14
Versículos 1-12
«No se inquieten. Crean en Dios y crean también en
mí.
En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no
fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar. Y cuando
haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos
conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes.
Ya conocen el camino del lugar adonde voy».
Tomás le dijo: «Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo
vamos a conocer el camino?».
Jesús le respondió: «Yo soy el Camino, la Verdad y la
Vida. Nadie va al Padre, sino por mí.
Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre.
Ya desde ahora lo conocen y lo han visto».
Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre y eso nos
basta».
Jesús le respondió: «Felipe, hace tanto tiempo que
estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen?. El que me ha visto, ha visto al
Padre. ¿Como dices: «Muéstranos al Padre»?
¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre
está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es
el que hace las obras.
Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí.
Créanlo, al menos, por las obras.
Les aseguro que el que cree en mí hará también las
obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre..
Palabra de Dios.
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G7
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SALMO 23
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6
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Buscamos en nuestras Biblias el Salmo 23 (22)
El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.
Padre o Madre de
Familia
Señor Jesús,
Pastor de tu Iglesia,
que preparas
una mesa ante nosotros
y te nos das a
ti mismo como alimento:
guíanos por los
caminos de tu justicia,
para que
arrancados de las tinieblas
y sin temer mal
alguno
podamos gozar
para siempre
del descanso de
la casa del Padre.
Tú que vives y
reinas por los siglos de los siglos.
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G7
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Reconociendo a Jesús
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7
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Digamos a dos voces,
Varones y mujeres…
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Lo más importante no
es Que yo te busque,
sino que tú me buscas
en todos los caminos.
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No es que yo te llame por tu nombre,
sino que tú tienes el mío tatuado en la palma de tus manos.
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No es
que yo te grite cuando no tengo ni palabra,
sino
que tú gimes en mí con tu grito.
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Ni que yo tenga proyectos para ti,
sino que tú me invitas a caminar contigo hacia el futuro.
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Tampoco
es Señor que yo te comprenda,
sino
que tú me comprendes en mi último secreto.
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Ni que yo hable de ti con sabiduría,
sino que tú vives en mí y te expresas a tu manera.
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No es
que yo te guarde en mi caja de seguridad,
sino
que yo soy una esponja en el fondo de tu océano.
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No es que yo te ame con todo mi corazón
y todas mis fuerzas, sino que tú me amas con todo tu corazón y todas tus
fuerzas.
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Ni siquiera que yo trate de animarme, de
planificar,
sino que tu fuego arda dentro de mis huesos.
|
¿cómo podría yo buscarte, llamarte,
amarte... Si tú no me buscas, llamas y amas primero?
|
El silencio agradecido es mi última palabra y mi
mejor manera de encontrarte.
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Padre de Familia:
Enséñanos a orar, Señor,
para encontrar tu rostro.
Invítanos al silencio, para escuchar tu voz.
Aclara nuestra mirada, para descubrir tus signos.
Danos valor y decisión para aceptar lo que debemos cambiar.
Ayúdanos a discernir lo que realmente
importa: seguir tus pasos.
Enséñanos a comprometernos activos, dispuestos, alegres,
en la construcción del Reino.
Madre de Familia:
Enséñanos a orar, Señor,
nos hace falta.
Queremos buscar tu rostro, encontrar tus
huellas, reconocer tu paso.
Necesitamos volver la mirada,
descubrir tus ojos, llamarte "Padre",
sentir tu aliento.
Descansar en tu mirada,
llenarnos de ella,
palpar tu abrazo cercano,
charlar contigo como niños sencillos,
pocas palabras, bien abiertos los oídos,
para aprender a cambiar.
Padre de Familia:
Invítanos al silencio, ayúdanos a callar.
No estamos acostumbrados, nos gusta hablar mucho,
para no escucharnos, ni escuchar tu voz que surge de
adentro.
Vuélvete a nosotros, Padre bueno,
llamamos por nuestro nombre.
Insiste, porque somos duros,
nos cuesta reconocer tu voz.
Madre de Familia:
Llama, Padre, interpela, sacude, levanta tu voz,
a ver si te hacemos caso y nos decidimos a mirarnos
en el espejo de tu Evangelio para aprender a
cambiar.
Danos tu Espíritu,
para guiarnos,
para revisar, desde El,
nuestras convicciones,
nuestros modelos,
nuestros gestos y actitudes,
nuestras metas y proyectos.
Ayúdanos a discernir,
a caminar según el Espíritu,
para aprender a cambiar.
Padre de Familia:
Enséñanos a comprometernos,
Señor, que nuestra vida cristiana sea levadura y
fermento
para un mundo que pide a gritos, la irrupción del
Reino.
Danos audacia a la hora de las decisiones,
danos generosidad, a la hora de la entrega,
danos constancia, a la hora del trabajo.
Fortalece nuestra fe en camino,
anima nuestra esperanza,
activa nuestro amor en proyectos de vida.
Aclara nuestra mirada, que está confundida,
vemos borroso,
y, veces, equivocado.
Pasas por delante nuestro y no te conocemos.
Está tu Reino cerca y no nos damos cuenta.
Madre de Familia:
La vida brota, nueva,
escondida en las semillas de la justicia, la
solidaridad,
la libertad, la paz,
pero no somos capaces de sorprendernos por sus
brotes,
o contagiarnos de su vitalidad.
Nos pasa como a los fariseos, Señor,
pedimos signos, sin entender que los tenemos a todos
lados,
sólo hay que mirar con tus ojos para aprender a
cambiar.
Danos valor y decisión, para afrontar los cambios
que nos pedís.
Ser discípulo es vivir como hombre nuevo.
Ayúdanos a dejar las actitudes y prácticas egoístas,
indiferentes, del hombre viejo que todos llevamos
dentro.
Ayúdanos a convertirnos y volver los pasos hacia tu
camino
para aprender a cambiar.
Ayúdanos a
discernir, enséñanos a darnos cuenta, donde y de qué manera nos llamas a ser testigos de tu
Evangelio.
Padre de Familia:
Señor,
escucha nuestra
oración,
atiende nuestros
llamados.
Necesitamos tu
aliento,
nos hace falta tu
empuje,
¡que nos anime tu
Espíritu!
Queremos caminar
fieles a tu Palabra,
cada día, un paso
adelante,
para cambiar de
vida,
y dar testimonio
concreto de tu presencia en medio nuestro.
Ayúdanos a
cambiar, Padre bueno,
para que seamos
testigos, mensajeros,
y constructores
de tu Evangelio.
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G7
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INTENCIONES
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8
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A cada intención
respondemos:
¡Si
Rezo con tus labios María, Jesús me escuchará!
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•Por
los agonizantes y enfermos terminales, que además de los paliativos, no les
falte el ángel del consuelo. OREMOS
•Por
los que viven en la miseria y el olvido, que lleguen a todos sus gritos
silenciosos. OREMOS
•Por
los que son víctimas del terror, de la guerra, de los secuestros y la
tortura, que a todos nos interpele su martirio. OREMOS
•Por
los ancianos que no son queridos y se sienten solos, que encuentren personas
que los acompañen y valoren. OREMOS
•Por
las mujeres maltratadas, víctimas de la violencia de género, la prostitución,
que puedan recuperar su dignidad y su libertad. OREMOS
•Por
los niños esclavizados, vendidos, prostituidos, militarizados, que encuentren
los medios para rehacer sus vidas. OREMOS
•Por
los que no tienen trabajo, por los fracasados, que no les falten nuevas
oportunidades. OREMOS
•Por
todos los que están marcados por el desamparo o el vicio y las adicciones,
que no pierdan la esperanza de una liberación. OREMOS
•Por
los inmigrantes, que tienen que afrontar tantos riesgos y separaciones, que
puedan ser integrados socialmente y alcanzar sus proyectos. OREMOS
•Oh
Jesús, que luchaste y sufriste la agonía de Getsemaní, acompaña y conforta a
cuantos se encuentran en esas noches tristes. OREMOS
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G7
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ENSEÑANZA
Obras de Misericordia
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9
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Enseñanza referida a OBRAS DE MISERICORDIA:
Esta
semana procuraremos vivir particularmente dos:
ENTERRAR A LOS MUERTOS
Séptima obra de
misericordia en Tob. 1,17. En Israel, ser privado de sepultura era visto como
un mal horrible, que formaba parte del castigo con el que se amenazaba a los
impíos. Por eso era una obra de piedad, y una práctica piadosa en el judaísmo.
De ahí las exhortaciones de Ben Sirá: “A los
muertos no les niegues tu generosidad” ( Eclo. 7,33); “Hijo, por un muerto derrama lágrimas, y como quien sufre atrozmente,
entona un lamento; amortaja el cadáver como es debido, y no descuides su
sepultura” (Eclo. 38,16)
El testimonio relevante de
esta práctica la ofrece el libro de Tobías:
“En tiempos de Salmanasar, yo hacía muchas
limosnas a mis compatriotas, daba mi pan a los hambrientos, vestía a los que
estaban desnudos y enterraba a mis compatriotas, cuando veía que sus cadáveres
eran arrojados por encima de las murallas de Nínive. También enterré a los que
mandó matar Senaquerib”. (Tobías 1,16ss)
“Cuando tú y Sara hacían oración, era yo
el que presentaba el memorial de sus peticiones delante de la gloria del Señor;
y lo mismo cuando tú enterrabas a los muertos. Cuando no dudabas en levantarte
de la mesa, dejando la comida para ir a sepultar un cadáver, yo fui enviado
para ponerte a prueba.” (Tobías 12,12-13)
Tobías , pues, incluye la obra buena de “enterrar a los muertos” después
de las obras de misericordia de “dar de comer al hambriento” y de “vestir al
desnudo”. Esta enumeración conjunta es la que posiblemente llegó a influir para
que fuera incluida como la última, después de las 6 enumeradas en Mt. 25.
Una razón más profunda de
tal inclusión es dada por Santo Tomás de Aquino. Por un lado, subraya que el
silencio sobre la sepultura en las seis primeras obras de misericordia se debe
a que estas últimas son de “una importancia más inmediata”. Por otro lado,
afirma con respecto a la sepultura que:
“Así no caen en el deshonor de los que restan sin sepultura, ya que los
corazones misericordiosos deben tener afecto al difunto aún después de muerto;
y es por esta razón que son loados aquellos que entierran a los muertos, como
por ejemplo Tobías y los discípulos que sepultaron a Jesús en la tumba” (Summa
Theologiae II-II, q. 32, a. 2, ad 1)
Esta referencia explícita
a la sepultura de Jesús da la clave de la comprensión de esta obra de
Misericordia. Según Santo Tomás:
“Por haber resucitado Cristo del sepulcro, se otorga la esperanza de
resucitar, por medio de él mismo, a los que están en el sepulcro, conforme a
aquel pasaje de Jn. 5, 25-28: “Todos los que están en los sepulcros oirán la
voz del Hijo de Dios, y los que la oyeren, vivirán” (Summa Theologiae III, q.
51, a. 1)
Por esto, en la confesión
pascual más antigua que une la muerte a la resurrección de Jesús, se incluye
una cita explícita de la sepultura, el Sábado Santo, como constatación de la
muerte, la cual, a su vez, y gracias a Cristo resucitado del sepulcro, es vía
hacia la resurrección. (cf. 1 Cor. 15,3-5)
¿Y la incineración?...
Desde el año 1963, una Instrucción de la Congragación para la Doctrina de la
Fe, recogida en el Código de Derecho
Canónico (1983), can. 1176, indica que la Iglesia Católica, aún manteniendo
su preferencia tradicional por la inhumación, acepta “acompañar religiosamente
a aquellos que hayan elegido la incineración, mientras no sea hecho con
motivaciones expresamente anticristianas”:
“La Iglesia aconseja vivamente que
se conserve la piadosa costumbre de sepultar el cadáver de los difuntos; sin
embargo, no prohibe la cremación, a no ser que haya sido elegida por razones
contrarias a la doctrina cristiana.” (CIC. can. 1176 § 3 )
De ahí
la importancia de cuidar con particular atención la celebración litúrgica
correspondiente. Por lo demás, esta nueva práctica de la incineración nos
invita a reflexionar sobre el profundo interrogante que la muerte representa
para toda persona humana. Somos conscientes que:
“La Iglesia afirma la supervivencia y la subsistencia, después de
la muerte, de un elemento espiritual que está dotado de conciencia y de
voluntad, de manera que subsiste el mismo « yo » humano. Para designar este
elemento, la Iglesia emplea la palabra « alma », consagrada por el uso de la
Sagrada Escritura y de la Tradición. Aunque ella no ignora que este término
tiene en la Biblia diversas acepciones, opina, sin embargo, que no se da razón
alguna válida para rechazarlo, y considera al mismo tiempo que un término
verbal es absolutamente indispensable para sostener la fe de los cristianos”. (Sagrada
Congregación para la Doctrina de la Fe: Carta sobre algunas cuestiones referentes
a la Escatología n° 3)
En
definitiva, se trata de la fe en la inmortalidad de la “persona” o “yo humano”
(o alma), que sobrevivirá como tal transformada por la acción salvadora de Dios
en Jesucristo, cuando “Dios sea todo en todos” (1 Cor. 15,28), en “un cielo
nuevo y una tierra nueva (…), donde no habrá un muerte, ni duelo, ni llanto, ni
dolor” (Apoc. 21,1.4).
ENTERRAR A LOS MUERTOS:
De esto ya se encargan las funerarias. Tú, envuelve a los difuntos en
la oración esperanzada, en el amor y el agradecimiento. El problema está más no
en los que se van, sino en los que se quedan. La muerte de un ser querido deja
casi siempre heridas sangrantes. Es una Obra de Misericordia estar cerca de los
que sufren por estas muertes. Cuando demos el pésame o “acompañamiento en
sentimiento”, que no sea una rutina o una palabra vacía.
REZAR POR VIVOS Y DIFUNTOS
Como conclusión de las siete obras de misericordia
espirituales está el rogar a Dios por los vivos y por los difuntos en clave de
síntesis, puesto que la oración es un don de Dios en su relación con el hombre:
“La oración, sepámoslo o no, es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del
hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de él” (CEC 2560). En
definitiva, “la oración cristiana es una relación de Alianza entre Dios y el
hombre en Cristo” (CEC2564) y, por tanto, sostiene todas las obras de
misericordia.
En la
tradición cristiana, en el famoso díptico de la Regla de San Benito (s. V), se
encuentra un hijo conductor para comprender el sentido de la oración y su
relación con la vida. Ese díptico ha marcado toda la espiritualidad, no solamente la monástica, cuando dice “Ora y trabaja” (Ora et labora). Siguiendo este espíritu,
San Ignacio de Loyola explicó el binomio: “Oren como si todo dependiese de Dios
y trabajen como si todo dependiese de ustedes” (cf. CEC 2834)
Esta
Obra de Misericordia pone de relieve, además, la “comunión de los santos” en la
Iglesia, la cual aparece destacada ya en el Catecismo romano (s. XVI), así:
“Todo cuanto posee la Iglesia, es poseído comúnmente por cuantos
la integran; todos [los bautizados] están constituidos para el bien de los
demás” (Catecismo Romano I, 9.a.c.)
En
definitiva se trata de la comunión de los miembros de la Iglesia, tanto de los
que peregrinan aún en la tierra, como los bienaventurados del cielo,
clasificados ambos como “santos”, gracias a su bautismo.
El
Concilio Vaticano II describe esta “comunión de los santos” de esta forma:
“…todos, en forma y grado diverso, vivimos unidos en una misma
caridad para con Dios y para con el prójimo y cantamos idéntico himno de gloria
a nuestro Dios. Pues todos los que son de Cristo por poseer su Espíritu,
constituyen una misma Iglesia y mutuamente se unen en El (cf. Ef 4, 16). La unión
de los viadores con los hermanos que se durmieron en la paz de Cristo, de
ninguna manera se interrumpe, antes bien, según la constante fe de la Iglesia,
se robustece con la comunicación de bienes espirituales”. (Lumen Gentium 49)
En ese
contexto se comprende que cuando se ora por alguien viviente, se sitúa bajo la
mirada amorosa, providente de Dios y se invoca para él el don de Dios y su
bendición, para que lo sostengan en el camino de la vida (Ef. 1,3-14). Esto no
significa que se deba esperar necesariamente el cumplimiento concreto de todo
aquello por lo cual se ha podido pedir, sino que con motivo de una demanda
“concreta”, la oración cristiana de intercesión sitúa toda la petición en el
contexto más amplio de la invocación central de Cristo en el Padrenuestro
cuando pide: “Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo” (Mt.
6,10).
En
este sentido, la plegaria de intercesión nos prepara y dispone a “aceptar” y
“vivir” la voluntad de Dios, sea cual sea, ya que “en esto consiste la confianza que tenemos en él: en que si le pedimos
algo según su voluntad, nos escucha” (1Jn. 5,14) Es así como la clásica
expresión popular de “Si Dios quiere” (Hehc. 18,21; 1Cor. 4,19; Sant. 4,15)
comporta una referencia al profundo y, a veces, inescrutable “misterio de la
voluntad de Dios” (Ef. 1,3-14. 9).
Por
otro lado, la Escritura habla también de la oración por los muertos con base en
la fe en la resurrección: “Si no
hubiéramos esperado la resurrección de los caídos, habría sido inútil y
ridículo rezar por los muertos” (2 Mac. 12, 41-45.44) Esta plegaria está
presente en la Iglesia como “comunión de los santos”, también con los que han
muerto. Con ello exoresa la fe en que la vida va más allá de la muerte, de modo
que se llega a hacer realidad la bella cita bíblica que dice: “El amor en más fuerte que la muerte”
(Deut. 8,6).
ROGAR A DIOS
POR VIVOS Y DIFUNTOS:
Rezar no es una rutina. Rezar es amor. Cuando rezas
por alguien, cuando intercedes por las necesidades de tu hermano, te
solidarizas con él, lo quieres como a ti mismo. No rezas para ablandar el
corazón de Dios, sino para agrandar el tuyo. Rezar es llenar tu corazón de
nombres. Rezar por los demás te hace bien a ti mismo, porque te ayuda a amar y
te compromete para hacer realidad, en la medida de tus fuerzas, aquello que
pides. Ruega a Dios por los vivos y difuntos y sentirás como crece la comunión
de los santos.
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G7
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CORONILLA a Jesús
Misericordioso
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10
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Escribía Santa Faustina:
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“Los
dos rayos significan la Sangre y el Agua.
El
rayo pálido significa el Agua que justifica a las almas.
El
rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas…
Ambos
rayos brotaron de las entrañas más profundas de Mi misericordia cuando Mi
Corazón agonizante
Fue
abierto en la cruz por la lanza.
Estos
rayos protegen a las almas de la indignación de Mi Padre.
Bienaventurado
quien viva a la sombra de ellos,
Porque
no le alcanzará la justa mano de Dios”
Diario ·229 p.153
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Presenta en el silencio
de tu corazón tus intenciones
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ORACIÓN FINAL – (Celebrante)
“Oh Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús
Como fuente de misericordia para nosotros, en ti confío”
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Habiendo
implorado la Misericordia Divina,
Pidamos ahora que
la Preciosa Sangre de Jesús
Nos cubra, nos
guarde y nos libere de todo mal.
Rezamos TODOS la ORACIÓN DE SELLAMIENTO.
Permitiendo que
se vuelva un eco en nuestro corazón.
Les Invitamos a
PONERSE DE RODILLAS.
• Señor Jesús, en tu nombre y con el
poder de tu sangre preciosa sellamos toda persona, hechos o acontecimientos a
través de los cuales el enemigo nos quiera hacer daño.
• Con el poder de la sangre de Jesús sellamos
toda potestad destructora en el aire, en la tierra, en el agua, en el fuego,
debajo de la tierra, en las fuerzas satánicas de la naturaleza, en los
abismos del infierno, y en el mundo en el cual nos movemos hoy.
• Con el poder de la sangre de Jesús rompemos
toda interferencia y acción del maligno. Te pedimos Jesús que envíes a
nuestros Hogares y lugares de trabajo a la Santísima Virgen acompañada de San
Miguel, San Gabriel, San Rafael y toda su corte de Santos Ángeles.
• Con el poder de la sangre de Jesús
sellamos nuestra casa, todos los que la habitan, las personas que el Señor
enviará a ella, así como los alimentos y los bienes que él generosamente nos
envía para nuestro sustento.
• Con el poder de la sangre de Jesús
sellamos tierra, puertas, ventanas, objetos, paredes, pisos y el aire que
respiramos, y en fe colocamos un círculo de su sangre alrededor de toda
nuestra familia.
• Con el poder de la sangre de Jesús
sellamos los lugares en donde vamos a estar este día, y las personas,
empresas o instituciones con quienes vamos a tratar.
• Con el poder de la sangre de
Jesús sellamos nuestro trabajo
material y espiritual, los negocios de toda nuestra familia, y los vehículos,
las carreteras, los aires, las vías y cualquier medio de transporte que habremos
de utilizar.
• Con tu sangre preciosa
sellamos los actos, las mentes y los corazones de todos los habitantes y
dirigentes de nuestra patria a fin de que tu paz y tu corazón al fin reinen
en ella. Amén
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G7
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Acción de gracias
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12
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Es conveniente y necesario que siempre
y en todo lugar
demos gracias a Dios por Jesucristo:
Respondemos: TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR
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Por el misterio pascual de tu muerte y resurrección.
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Por el pan y el vino de la Eucaristía.
·
Por haberte quedado con nosotros.
·
Por haber bajado hasta nuestros infiernos.
·
Por tu amor hasta la muerte.
·
Por tu presencia permanente.
·
Por la fuerza de tu resurrección.
·
Por el aliento de tu Espíritu.
·
Por esta hora de oración.
·
Por tu amor sin límites.
·
Porque siendo Dios, te arrodillas y a servir nos
enseñas.
·
Por tus palabras que reconfortan y sanan.
·
Por todos los dones que nos concedes.
·
Por olvidar nuestras traiciones e incoherencias.
·
Por tu amor sin tregua y sin fronteras.
·
Por la Madre que al pie del madero nos dejas.
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G7
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Oración Año Jubilar
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13
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Recemos en dos coros,
mujeres y varones,
La oración que el Santo Padre Francisco nos ha
propuesto
Para éste año de la misericordia.
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Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a
ser misericordiosos como el Padre del cielo, y nos has dicho que quien te ve,
lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.
·
Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo
y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena de buscar
la felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la
traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. Haz que cada uno de
nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si
conocieras el don de Dios!
·
Tú eres el rostro visible del Padre
invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y
la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti,
su Señor, resucitado y glorioso.
·
Tú has querido que también tus
ministros fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por
los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque
a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.
·
Manda tu Espíritu y conságranos a todos
con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del
Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los
pobres proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista
a los ciegos.
·
Te lo pedimos por intercesión de María,
Madre de la Misericordia, a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu
Santo por los siglos de los siglos. Amén.
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G7
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ORACION FINAL
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14
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Señor te quedas
solo; será un rato.
Nosotros
siempre estamos aquí contigo,
esperando tu amor
definitivo Tú eres realmente,
el Cristo, el
que ha de venir.
Tú eres el amor
de Dios.
Un amor que
ayuda, acoge, alienta, abraza;
un amor de
amigo, de padre,
de alguien que
no nos abandona.
Haznos ser más
seguidores tuyos,
que podamos
parecernos a ti
que acojamos a
todos con un corazón grande como el tuyo. En el triduo Pascual que celebramos
queremos ser
como Tú,
y estar más
cerca de ti
y de nuestros
hermanos necesitados.
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G7
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Despedida
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15
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+Gloria al Padre, al Hijo y
al Espíritu Santo
Como era en un principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos.
Amén.
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