¡Buen día, Espíritu Santo!
Que agradable se siente en la mañana la brisa suave,
la brisa que refresca,
el aroma de lo que despertando, se abre a la luz.
¡Tú eres la Brisa Mayor,
Tú eres el Aliento que sostiene!
Sopla sobre mí, sobre los míos, sobre mi comunidad.
Sopla sobre ésta ciudad que despierta,
sobre los verdes campos, las altas montañas;
sobre quebradas, valles y ríos;
y renueva todo lo creado!
Que al despertar lo haga con la madurez de aquel que,
depositando su confianza en ti,
sabe que la vida esta hecha de luchas.
Dame la gracia de no renegar de los tiempos presentes,
la gracia de descubrite presente, cercano, unido y sanamente dependiente de Ti.
Dame la gracia de amar en medio de los embates y las incomprensiones.
La gracia de alegrarme en medio de las luchas.
Dame sabiduría para identificar aquello que debe enfrentarse,
aquello que debe reconciliarse,
aquello que debe conciliarse...
Otórgame discernimiento para no convertirme en un agresor,
ni crear dentro de mi el espíritu de víctima.
Sé que la tierra prometida me espera,
la tierra de Tu Corazón que es mi abrigo y mi esperanza.
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