martes, 5 de abril de 2016

El camino para el perdón se llama: Misericordia

¿De dónde nace la Fiesta de la Misericordia?
El Viernes Santo, cuando la lanza atravesó el corazón de Jesús, allí nació la Fiesta de la Misericordia, pues la vida venció a la muerte. Nació donde había brutalidad e injusticia, de lo que humanamente era una derrota, de allí nació.

El camino para el perdón se llama2

¿Dónde estaban los discípulos amados?
¿Dónde estaba la multitud que fue alimentada y aquellos que fueron sanados físicamente?
¿Dónde estaban lo que vivían bajo la opresión de tantos demonios pero que fueron liberados por Jesús?
Jesús elige a los pecadores
Quien permaneció y siguió a Jesús hasta el sepulcro fue María, su Madre, y el discípulo amado Juan. ¡Ah! Y la pecadora, la que tantos errores cometió consigo misma, en el adulterio, en la prostitución, aquella a quien Jesús amó. Quien vio la Resurrección de Jesús primera fue la pecadora perdonada, María Magdalena.
Seguramente, si nosotros pudiéramos elegir a alguien para que sea quien viera, primeramente, la Resurrección de Cristo, sería María, la Madre de Jesús.
Pero el Padre de la Misericordia ha escogido, desde siempre, a la peor, a la más pecadora,
a aquella que debió haber sido apedreada,
ella fue la elegida, la primer testigo de la Resurrección de Cristo.

La devoción a la Divina Misericordia
Gracias a San Juan Pablo II, la devoción a la Divina Misericordia pasó a ser conocida en el mundo. Ahora llega a nosotros el Papa Francisco, con ese maravilloso carisma que tiene y de repente, nos sorprende al decretar un año jubilar extraordinario que se da cada cien años.
El Papa decretó el Año Jubilar extraordinario de la Misericordia.
En el Cielo, todo eso ya estaba escrito, solo necesitaba, aquí en la Tierra, de un corazón dócil que dijera “sí” a la voluntad de Dios.

El camino para el perdón
El camino del perdón se llama “Misericordia”, no hay otra vía.
Pero yo experimento, en mi carne, en mi alma, lo difícil que es perdonar.

Siete tentaciones contra la gracia del perdón
Tentación de la soberbia: cualidad de quien es arrogante e intolerante, que no tolera el camino que él otro está haciendo. La soberbia tiene un padre y se llama Lucifer, satanás, el demonio, el príncipe de las tinieblas, el rey de la soberbia;
Tentación del orgullo: Sentimiento de satisfacerse con las propias acciones y cualidades. El amor propio desordenado, que tiene como el padre al propio demonio;
Tentación de la vanidad: Exceso de valor dado a la apariencia propia, a los atributos físicos o intelectuales, caracterizado por la esperanza de ser reconocido. La persona vanidosa para su propia vanagloria;
Tentación de la rabia: sentimiento de protesta, timidez o frustración contra alguien, demostrado cuando las personas se sienten amenazadas. Es una tentación muy peligrosa porque es muy fácil cultivarla;
Tentación de la impaciencia: Yo, Eliana, soy una persona impaciente, soy impaciente con las personas que hablan lento, que piensan antes de hablar. Impaciencia es una palabra grande y también una gran cruz. ¿Por qué la impaciencia? Porque tengo prisa. Es muy fácil ser impacientes por motivos nobles: tener prisa para evangelizar, para rezar. Pero ¿qué hacemos con la persona que está a nuestro lado cuando no tenemos paciencia?
Tentación de la maledicencia: actitud para hablar mal de los otros, todo se vuelve motivo para hablar mal de otros, de la Iglesia, del Papa…
Tentación del desánimo: es aquella frase que sale del fondo del alma: “¡Ya hice de todo! No hago más nada, se lo entrego a Dios, me cansé”. El desánimo es así, es alguien casi sin alma.

Siete virtudes para lograr perdonar
Ser una persona de oración, que cultiva su espiritualidad: la vida de oración se construye con las cosas que hacemos día a día: ir a Misa, adorar a Jesús, meditar la Palabra de Dios… y esas actitudes no son fáciles para el impaciente.

Humildad: solo el humilde pide ayuda. Mucha gente no logra perdonar porque no pide ayuda, primeramente a Jesús. Es necesario pedir ayuda al Señor, a aquel que te ama y te puede ayudar a perdonar. Solo con humildad lograremos perdonar, porque el que no es humilde siempre tiene la razón;

Simplicidad: una persona simple facilita todo, no complica. El simple es la persona que, cuando es calumniada, es capaz de mirarse a sí misma y a Dios, mirar al crucificado y decir: “Mi Jesús, dónde me equivoqué. Mi Jesús, para qué sirve esta calumnia, muéstrame”. La persona simple no paga mal con mal, porque sabe simplificar. El vanidoso, al contrario, maximiza la ofensa sufrida;

Confianza en Dios: es el pilar de la devoción a la Divina Misericordia, “Jesús en vos confío”. Inclusive en situaciones adversas, la persona que confía no es maledicente, no tiene el hábito de reclamar porque confía en Dios y ya entendió que lo más importante es confiar.

Caridad: es una de las virtudes teologales;
Imitación de Cristo
Misericordia
Te sugiero tres citas de la Biblia para el estudio de la Palabra sobre el perdón:
Salmo 85/86,5
Mateo 18,21-22
Colosenses 3,13-15

Eliana Sá
Misionera de la Comunidad Canción Nueva
Prédica durante la “Fiesta de la Misericordia” 2016

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