Efectivamente, en medio de la tormenta, el padre de familia tiene los deberes sagrados de cuidar a su esposa y su prole de todo daño; proveerles el sustento no sólo físico, sino también emocional y espiritual; y ser, en una palabra, la columna de fortaleza que da estabilidad a todos los que dependen de él. Para eso precisamente recibió la fuerza del Espíritu Santo en el Sacramento del Matrimonio. Quiera el Señor que cada vez haya más padres de familia que tomen conciencia de su destino divino de ser luz, fortaleza y sostén de sus familias, así como Jesús lo fue para sus discípulos.
Cabe recordar, pues, que el Señor está siempre presente para todos sus hijos, ya sean solteros o casados, padres o madres de familia, aunque las tempestades de la vida sean realmente violentas y desoladoras. Recemos de una manera especial hoy por los padres de familia, para que todos ellos asuman en forma continua su responsabilidad paternal y conyugal y se entreguen en manos de Cristo, el autor y perfeccionador de nuestra fe. Querido amigo, si eres padre de familia, ve a Jesús, que te espera con los brazos abiertos.
“Señor Jesús, creemos que siempre cuidas a todos tus hijos, incluso en medio del caos y la confusión. Cuida hoy, de manera especial, a los padres de familia y ayúdales a abandonarse en tus manos y confiar en que tú los llevarás a ellos y sus familias a tu Reino sanos y salvos.”Zacarías 12, 10-11; 13, 1
Salmo 63(62), 2-6. 8-9
Gálatas 3, 26-29
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros.
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