domingo, 17 de julio de 2016

Calma tu agitación y ponte a pensar

Cuando estamos viviendo una vida apresurada y agitada, tenemos que calmar nuestra agitación para oír a Dios
Los jóvenes gustamos mucho de ser rebeldes, pero en realidad estamos desorientados. Como dice San Pablo en Tito 3,3-4 “Pues también nosotros fuimos de esos que no piensan y viven sin disciplina: andábamos descarriados, esclavos de nuestros deseos, buscando siempre el placer. Vivíamos en la malicia y la envidia, éramos insoportables y nos odiábamos unos a otros. Pero se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los hombres”. En Lucas, Jesús cuenta las tres parábolas de la misericordia y nos muestra como Dios nos ama tanto. En la parábola del hijo pródigo, Jesús nos muestra que somos hijos de Dios, amados por El y especiales para El. Por más de que hayamos pasado por tantas situaciones y sufrimientos, debemos convencernos de que somos hijos de Dios.
Emanuel - Dentro
Foto: Wesley Almeida/cancaonova.com
En el pasaje, vemos que el hijo pide al padre la parte de su herencia. Esa actitud es un grito de independencia y libertad. El padre le da la herencia y este se marcha. Pero ¿por qué el padre dejó ir a su hijo? ¿Por qué Dios nos deja hacer lo que queremos? El Señor permite que eso suceda, porque sabe sacar lo bueno de lo malo, y usa el mal como materia de salvación.
Aquel joven, al partir a un lugar lejano, se olvida de Dios, quiso estar lejos del padre. Cuando entramos en el pecado, también vamos olvidándonos del Señor. Escogemos lo que queremos, y no queremos saber más de la casa del Padre. En medio de la abundancia no nos acordamos de Él, hasta que llega el hambre.
Aquel joven, así como nosotros hacemos a veces, gastó todo y despilfarró. Vivió una vida desenfrenada, buscando la felicidad, y solo encontró placer, y el placer pasa. Por eso tenemos que dominarnos, ponernos límites para controlarnos.
Después de que malgastó todo, llegó una gran hambruna en la región, y el comenzó a pasar necesidades. Y todo aquello que era libertad se volvió esclavitud. El hambre estaba lejos de la casa del padre, pero cuanto más nos apartamos de esa casa, más nos acercamos a las dificultades.
Aquel que salió de la casa dejó de trabajar con el padre, para ir a servir a sus pecados. Alimentar a los cerdos y vivir esa vida desenfrenada y servir al pecado. El placer no nos alimenta y no nos satisface; terminamos alimentando los pecados en vez de convertirnos, pero corresponde a cada uno decidir si volvemos a caer en una experiencia o en una decepción.

Calmarnos para poder separarnos del pecado

Tenemos que calmarnos, pues si continuamos en la agitación nunca vamos a conseguir separarnos del pecado. En el mundo hoy, todo es ruidoso; tenemos miedo de parar y escuchar a Dios. En ese momento, es necesario calmarnos y tranquilizarnos.
Cuando nos calmamos, conseguimos ver que no estamos tan unidos al pecado. Estamos sumergidos sí, pero vemos que no es imposible liberarnos con la ayuda de Jesús.
Dios, por amor a nosotros y por misericordia, viene y nos salva. No por mérito nuestro, si no por amor. El Señor hace que volvamos a Él. Volver en sí , para y calmarnos. Comenzamos a vivir la purificación, para que hagamos una fiesta y nos encontremos con Dios, la felicidad que nunca pasa. Es necesario calmarnos, cesar toda agitación. Volver a Dios, porque el mejor lugar del mundo es donde El está.

Emanuel Stênio
Misionero de la Comunidad Canción Nueva
Predica durante el evento PHN
fuente Portal Canción Nueva en español

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