Sorprende cómo mucha gente vive con temor: miedo a la enfermedad, miedo a perder sus seres queridos, miedo a la propia muerte, miedo del hoy, miedo del mañana. Jesús nos tranquiliza: “¡No teman! ¡No pierdan la esperanza! ¡Tengan fe!” Incluso cuando atravesamos días difíciles, no habríamos de perder nunca nuestra fe y esperanza; deberíamos estar siempre alertas a la venida amorosa del Señor en medio de nosotros. --- En esta eucaristía pedimos al Señor que nos mantenga siempre atentos a su presencia.
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