sábado, 14 de abril de 2018

COMPRENDIENDO LA PALABRA 140418

“La barca tocó tierra en seguida en el lugar adonde iban.”

      Cristo sube a una barca. ¿No era él que enjugó el mar, amontonando las aguas por ambos lados para que el pueblo de Israel pudiera pasara a pie enjuto como por un valle? (Ex 14,29) ¿No era él que hizo pasar a Pedro por encima de las aguas, haciendo que las olas formaran un suelo firme y sólido debajo de sus pies? (Mt 14,29) 

      Cristo sube a la barca. Cristo, para atravesar el mar de este mundo hasta el final de los tiempos, sube a la barca de su Iglesia para conducir a los que creen en él hasta la patria del cielo por una travesía apacible, y hacer de aquellos con quien compartió la condición humana, ciudadanos de su reino. Cristo, ciertamente, no tiene necesidad de la barca, pero la barca necesita a Cristo. Sin este timonero celestial, en efecto, la barca de la Iglesia, agitada por las olas, no llegaría nunca a puerto seguro.


San Pedro Crisólogo (c. 406-450), obispo de Ravenna, doctor de la Iglesia 
Sermón 50, 1.2.3; PL 52, 339-340)

No hay comentarios:

Publicar un comentario