San Martín I, papa y mártir
San Martín I fue elegido Papa en el año 649. Inmediatamente demostró mucha firmeza en la conducción de la Iglesia.
El emperador Constante II había promulgado un año antes un documento en defensa del monotelismo, una herejía que aceptaba las dos naturalezas de Jesús, pero tan sólo una voluntad: la divina. Para acabar con la difusión de esta herejía, a los tres meses de su elección, el Papa Martín convocó un gran concilio en la basílica de San Juan de Letrán en Roma, con participación de todos los obispos de Occidente.
La condena de todos los escritos monotelitas, decretada en las cinco solemnes sesiones conciliares, suscitó la furiosa reacción de la corte bizantina. El emperador ordenó a Olimpo, su representante en Rávena (Italia), que fuera a Roma y arrestara al Papa, pero aquél no pudo cumplir las órdenes imperiales. En el 653, tras la muerte de Olimpio, el emperador volvió a ordenar el arresto del Papa, misión que cumplió el nuevo representante imperial en Rávena llamado Teodoro Kaliopas.
El emperador acusó a San Martín de haberse apoderado ilegalmente del alto cargo pontificio y ordenó llevarlo por mar a Constantinopla. El largo viaje, que duró quince meses, fue el comienzo de un cruel martirio. Al noble prisionero ni siquiera le daban agua para bañarse. EL 17 de septiembre del año 654 llegó a la capital imperial. Allí fue juzgado por los cargos de herejía y acusado de ser enemigo del estado. Así comenzó un largo y extenuante proceso, durante el cual fueron tales las insidias, que le hicieron murmurar: “Hagan de mí lo que quieran; cualquier clase de muerte será un bien para mí.” El juicio fue una completa parodia, pues el tribunal le condenó sin haberse dignado oír su defensa. Más bien, Martín I fue vejado e insultado, privado de sus vestiduras y cargado de cadenas.
Al cabo de tres meses de prisión, el emperador le cambió la pena de muerte por la de exilio en Crimea (sur de Rusia) a la cual llegó el 15 de mayo de 655, en una situación física tan deplorable debida al maltrato sufrido desde su detención, que falleció el 16 de septiembre de ese mismo año.
San Martín fue el último Papa martirizado. Es venerado como santo por la Iglesia Católica y también por la Iglesia Ortodoxa.
“Padre eterno, concédeme la gracia de tener la misma firmeza de fe de tu santo mártir Martín I. San Martín I ruega por nosotros.”
Hechos 5, 34-42
Salmo 27(26), 1. 4. 13-14
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