Nuestra Señora de los Dolores (Memoria)
Estaba junto a la cruz de Jesús, su madre.
Juan 19, 25
¿Alguna vez has asistido a un funeral en que una madre tiene que enterrar a su hijo? Es una escena de dolor casi inconcebible; o tal vez tú mismo has perdido un hijo. Es el tipo de situación en que uno se rehúsa a creer que el ser querido se haya ido. Cuando nos enfrentamos con un sufrimiento como este, podemos buscar la inigualable ayuda de Nuestra Señora de los Dolores. Por su intercesión, podemos hallar la gracia para perseverar en la esperanza y confiar en Dios cuando experimentamos un dolor indescriptible.
No todas las madres soportan la muerte de un hijo, pero toda madre sabe lo que es sufrir por un hijo. Ya sea por una enfermedad grave, el rechazo de un amigo, los desafíos de la escuela o las consecuencias de las malas decisiones del hijo, las madres lo sienten todo. El amor es la causa de que soporten todas estas cargas, pero Nuestra Señora de los Dolores puede darnos esperanza.
María no podía huir, ni siquiera intentó hacerlo, a pesar de que no podía minimizar el tormento de estar de pie junto a la cruz. Ella aceptó su propia “cruz” en el Calvario: confió en que de alguna manera Dios otorgaría la salvación a través del horror de la muerte de su hijo. Así, por medio de esa aceptación llena de gracia, María nos muestra que soportar el dolor es posible.
Pero María es más que un simple ejemplo para nosotros. Ella nos acompaña en nuestro sufrimiento. Nuestra madre celestial está a nuestro lado, nos apoya y nos guía. Como Madre de la Iglesia, ella tiene la capacidad única de entender lo que estamos padeciendo.
Por eso, al pie de la cruz es un buen lugar para acercarnos a María. Cuando nos encontramos abrumados por el dolor, ella puede interceder por nosotros. Cuando tu hijo sufre daños emocionales, ella puede ayudarte a confiar en que Dios te ayudará a que la situación se solucione para bien. Cuando nos desvelamos por un hijo enfermo, ella puede velar con nosotros.
Por medio de su compañía, María nos dona su maternidad, nos ayuda a encontrar consuelo. Su dolor puede ser una fuente de bendición para nosotros.
Salmo 116(115), 12-13. 17-18
¿Alguna vez has asistido a un funeral en que una madre tiene que enterrar a su hijo? Es una escena de dolor casi inconcebible; o tal vez tú mismo has perdido un hijo. Es el tipo de situación en que uno se rehúsa a creer que el ser querido se haya ido. Cuando nos enfrentamos con un sufrimiento como este, podemos buscar la inigualable ayuda de Nuestra Señora de los Dolores. Por su intercesión, podemos hallar la gracia para perseverar en la esperanza y confiar en Dios cuando experimentamos un dolor indescriptible.
No todas las madres soportan la muerte de un hijo, pero toda madre sabe lo que es sufrir por un hijo. Ya sea por una enfermedad grave, el rechazo de un amigo, los desafíos de la escuela o las consecuencias de las malas decisiones del hijo, las madres lo sienten todo. El amor es la causa de que soporten todas estas cargas, pero Nuestra Señora de los Dolores puede darnos esperanza.
María no podía huir, ni siquiera intentó hacerlo, a pesar de que no podía minimizar el tormento de estar de pie junto a la cruz. Ella aceptó su propia “cruz” en el Calvario: confió en que de alguna manera Dios otorgaría la salvación a través del horror de la muerte de su hijo. Así, por medio de esa aceptación llena de gracia, María nos muestra que soportar el dolor es posible.
Pero María es más que un simple ejemplo para nosotros. Ella nos acompaña en nuestro sufrimiento. Nuestra madre celestial está a nuestro lado, nos apoya y nos guía. Como Madre de la Iglesia, ella tiene la capacidad única de entender lo que estamos padeciendo.
Por eso, al pie de la cruz es un buen lugar para acercarnos a María. Cuando nos encontramos abrumados por el dolor, ella puede interceder por nosotros. Cuando tu hijo sufre daños emocionales, ella puede ayudarte a confiar en que Dios te ayudará a que la situación se solucione para bien. Cuando nos desvelamos por un hijo enfermo, ella puede velar con nosotros.
Por medio de su compañía, María nos dona su maternidad, nos ayuda a encontrar consuelo. Su dolor puede ser una fuente de bendición para nosotros.
“Santa María, gracias por tu ejemplo de confianza y abandono a la voluntad de Dios. Gracias, también, por la ayuda que nos ofreces por medio de tu intercesión. Nuestra Señora de los Dolores, ruega por nosotros.”1 Corintios 10, 14-22
Salmo 116(115), 12-13. 17-18
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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