sábado, 27 de julio de 2019

El amor en acción: Evangelización


El amor en acción: Evangelización 




Evangelizar es proclamar la Buena Nueva de la salvación que llega al hombre por el infinito amor y gracia divina: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único para que todo el que crea en Él no perezca sino que tenga vida eterna” ( Jn 3,16 ). 

Jesús con sus palabras, con sus obras y dando su vida demostró cuánto nos ama. Junto con proclamar la Buena Noticia del Reino de Dios sana a los enfermos, expulsa a los demonios, perdona los pecados, resucita a los muertos y, en el calvario, entrega su vida. 

El mundo de hoy, tan lejos de Dios, necesita reencantarse con la Buena Noticia del Evangelio proclamado con la Palabra y el testimonio, tal como lo hizo Jesús y, luego, las primeras comunidades cristianas. Para eso quienes nos identificamos como discípulos y misioneros de Jesús debemos tener su sello, debemos proclamar la Palabra y dar testimonio de ella con nuestra vida. 

En el año 2009 tuve la gracia de participar en un encuentro del ICCRS realizado en Kkottongnae, Corea del Sur, bajo el lema: Amor en Acción. Dicho lema, sin embargo, no es un simple deseo, 

demuestra lo que es realmente Kkottongnae, y proclama al mundo cómo el anuncio del Evangelio se hace con la Palabra y con el testimonio de la vida transformada. Paso, entonces, a describir los aspectos distintivos de la evangelización en Kkottongnae donde queda demostrado que el Evangelio es Palabra y Vida. 

Impresiona hondamente la fe del P. John Oh, fundador de Kkottongnae, y su docilidad para confiar en la Providencia Divina que proveerá para dar sustento y atención a todo aquel que llegue a dicho lugar (se ha atendido en forma gratuita a 12.000 personas entre vagabundos, abandonados o discapacitados desde su fundación). El P. John Oh le creyó a Dios, como Abraham, y Dios le concedió lo que prometió. Es necesario que cada uno de nosotros le crea a Dios, que cada una de las promesas que Él hace en la Biblia, se cumple. Es la Buena Noticia que Él mismo nos da, creer en Él y, de esa manera, tener vida en abundancia. 

En ese lugar se vive la oración profunda y por eso da frutos de acción, entre los cuales cabe destacar, la paz y alegría que viven los que allí sirven, junto con el amor que entregan los voluntarios en el cuidado de los enfermos, especialmente a los más desamparados. Contagia la constante sonrisa, amabilidad y atención junto con el desprendimiento de las cosas materiales de quienes allí sirven. 

Esta Buena Noticia se entrega también a través del ambiente cálido, amable y cordial que allá se vive y la forma en que enseñan a orar a todos, especialmente a los pequeños. En un mundo donde se vive en forma tan individual y donde muchos creen que lo que dice la Palabra de Dios es imposible realizarlo, impacta ver y palpar ¡cómo el Evangelio se hace vida! Debe ser por eso mismo que allá no hay escasez de sacerdotes ni de religiosas, se ve el fruto del amor y la presencia de Dios en todo lo que se hace. Por eso mismo, el P. John Oh dice que, sin el anuncio y la práctica de la Palabra de Dios nada de Kkottongnae sería posible de realizar, de ahí nace la necesidad de enseñar a todos a orar, asistir a Misa y vivir los sacramentos. 

Cuando Dios es lo primero, se cumple lo que Él mismo nos enseña que, “si nos preocupamos del Reino de Dios y su justicia, todo vendrá por añadidura” (Mt 6,33), de ahí que, como Dios es lo primero, se dan también los bienes materiales como, por ejemplo, la enorme infraestructura y gran cantidad de cosas materiales que han logrado en tan poco tiempo, a sólo 34 años desde su fundación. 

Todo lo anteriormente dicho se puede resumir en las Bienaventuranzas ya que cada una de ellas allí se realizan, “felices los afligidos porque serán consolados”, “felices los que trabajan por la paz porque se llamarán hijos de Dios”, “felices los desposeídos porque heredarán la tierra…” (Mt 5,2-11). Jesús se hizo hombre y nos mostró con sus palabras y vida lo que ya el profeta Isaías anunciara cuando dice: “ El Señor me ha ungido, me ha enviado para dar una buena noticia a los pobres, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la liberación a los cautivos y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor, para consolar a los afligidos, para cambiar su ceniza en corona, su luto en perfume de fiesta, su abatimiento en traje de gala.” (Is 61, 1-3 ). En la Sinagoga de Nazaret cuando fue Jesús y se puso en pie para leer esta lectura, luego que la leyó, cerró el libro y dijo “Hoy en presencia de ustedes, se ha cumplido esta escritura”. (Lc 4,16-21). Esta evangelización es la que se realiza en Kkottongnae ya que el Señor venda los corazones heridos cuando se entrega amor, los que llegan oprimidos, a través de la oración son liberados, los más pobres cambian su ceniza en corona cuando se les trata con la dignidad de los hijos de Dios, los enfermos y desposeídos son “perfumados” cuando se les da cuidado y atención integral como personas, hijos de un mismo Padre. El mundo de hoy necesita ver multiplicados a través del planeta otros tantos Kkottongnae como en Corea del Sur, que sean reflejos de las primeras comunidades cristianas que se distinguían por el amor que se tenían unos a otros. Kkottongnae es una fuente de amor que brota del amor de Jesús que allá se vive y que se da por entero a los demás. Ellos con su testimonio nos muestran el rostro de Jesús: alegres, atentos a servir, preocupados del otro, esto es realmente vivir el amor de Dios y demostrarlo. Experiencias de vida en el Espíritu como éstas son las que hoy se necesitan para que el hombre de hoy crea y se abra a recibir a Jesús como Señor de su vida.

María José Cantos de Ortiz
Preguntas a la Comisión Doctrinal del ICCRs
Año 2010

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