Recuerdo un matrimonio, Mara y Juan, los conocí en mis primeros trabajos con jóvenes hace mucho tiempo atrás. Ellos tuvieron doce hijos, formaron una familia linda. Son del movimiento familiar cristiano. Algunos de sus hijos se preparaban para casarse y ¡Mara todavía tenía un bebé en sus brazos, como les dije, ellos tuvieron 12 hijos! Algo que ella decía reiteradamente era: “Siempre tengo, por lo menos dos o tres enfermos en casa, -cuando uno tiene gripe, se la pasa a otro, y así sucesivamente. Nunca dejo de tener enfermos en mi casa”.
Y ¿no es verdad acaso que una madre tiene mas cariño, paciencia y cuidado, con los hijos enfermos? Cuando los hijos son adolescentes, ¡ellos van por más! ¡Cuántas veces ellos prolongan la enfermedad porque, en esa ocasión, reciben más cariño, más presencia, mas afecto y mas amor de los padres?
Con los grupos de oración sucede de la misma manera. Siempre van a existir “enfermos” en los grupos, cabiéndole a los servidores desvelarse por esos enfermos de su grupo de oración. Es imposible no tenerlos y, digo más, van a tener algunos “enfermos permanentes” en el grupo de oración. Tendrán personas enfermas de la cabeza, personas enfermas del corazón, enfermos afectivamente, enfermos de la sensibilidad, todo es “enfermedad permanente” instalada en los grupos de oración. No por eso los coordinadores (servidores) van a descartarlos del grupo. Exactamente como sucede en nuestras familias -pueden aparecer hijos con síndrome de Down, sordos, ciegos, pero no serán desheredados a causa de sus deficiencias.
Muchos de esos hijos que portan deficiencias son llamados especiales. Ellos son especiales en todos los sentidos. Inclusive cuando Dios los envía a los grupos de oración, necesitan ser tratados de manera especial. Lo mismo sucede cuando Dios envía enfermos de sentimientos, de afectos, enfermos emocionales, los llamados “loquitos” de nuestro grupo de oración. ¿Ellos serán descartados? ¿Ellos serán colocados afuera? Es evidente que no. ¿En qué otra dimensión de la Iglesia ellos serán aceptados y acogidos?
Como en la casa de Mara y Juan, en que había hijos casándose, bebes naciendo, niños, donde también estaban los pre-adolescentes y los jóvenes, en tu grupo de oración tendrás de todo -niños dando trabajo, adolescentes cuestionando, jóvenes y adultos de pensamiento contrario- pero reunidos como familia para estar con Jesús!
Fue en un ambiente de familia que la Iglesia fue bautizada en el Espíritu Santo. Por lo tanto, coordinadores, asúmanse como padres y madres de una gran familia, de una familia diferente que necesita del cariño de ti, que necesita de tu amor! Amor que, muchas veces, muere por causa de las criaturas o por causa de aquellos enfermos permanentes en tu grupo. Por cierto, debes aceptar morir para que ellos vivan, para que ellos resuciten!
De esta forma, la iglesia recibe la gracia permanente de la eficacia de Pentecostés, porque la Iglesia es santuario de amor. La Iglesia es casa y escuela de amor que produce unidad, amor permanente, amor sufrido que hace morir, -aquel amor del que habló Jesús.
Es necesario dar la vida, y no hay mayor amor que dar la vida por las personas de tu grupo de oración. Debes saber, querido servidor, querido coordinador, que nunca vas a tener una familia perfecta, un grupo de oración perfecto. Vas a coordinar un grupo de personas que, en todo momento, necesita aprender a amar a partir de vos, aprender a morir a sí mismo, aprender a darse y gastarse continuamente por el otro.
Mons. Jonas Abib
Pentecostes Hoje - Editora Canción Nueva
pagina 65-66
No hay comentarios:
Publicar un comentario