¿Mujer, por qué lloras?” ¿A quién buscas? “Lo sabéis bien, ángeles santos, a quién busca y a quién llora. ¿Por qué entonces, avivar su llanto recordándole su pena? María da libre curso a su pena y a sus lágrimas ya que se acerca el gozo de un inesperado consuelo. “Ella se volvió hacia atrás y entonces vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció.” (Jn 20,14) Una escena llena de belleza y de bondad cuando el deseado y el buscado se muestra y al mismo tiempo se oculta. Se oculta para ser buscado con más ardor, encontrado con más gozo, retenido con más ansia hasta ser introducido en la casa del amor (Ct 3,4) Es así como la Sabiduría “jugaba con el orbe de la tierra y su alegría era estar con los hombres.” (cf Prov 8,31)
“¿Mujer, por qué lloras, a quién estás buscando?” Tienes al que buscas y ¿lo ignoras? Tienes el gozo auténtico de la eternidad y ¿lloras? Tienes dentro de ti al que buscas fuera. Realmente, estás fuera de todo, llorando cerca de una tumba. Mi tumba es tu corazón. No estoy muerto, reposo dentro de ti, vivo por toda la eternidad. Tu alma es mi jardín. Tenías razón al pensar que era el jardinero. Como nuevo Adán, cultivo mi paraíso y lo guardo. Tus lágrimas, tu amor y tu deseo son obra mía. Me posees en ti sin saberlo y por esto me buscas fuera. Te me voy a mostrar fuera para hacerte entrar en ti misma para que en el interior encuentres al que buscas fuera.
Autor anónimo del siglo XIII
Homilía: Al que buscas fuera está dentro
Meditación sobre la pasión y la resurrección de Cristo, 38; PL 184, 766.
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