Los piratas almacenan sus botines en cofres atados con gruesas cadenas y grandes candados; los bancos guardan el dinero y los valores en bóvedas de alta seguridad. Pero ¿qué hace Dios? Deposita su “tesoro en vasijas de barro” (2 Corintios 4, 7), es decir, ¡nosotros! ¿Por qué lo hace así? Porque sabe que su gracia puede transformar esas “vasijas” para que no se pierda su tesoro. Veamos el ejemplo del Apóstol Santiago, a quien honramos hoy.
Santiago era pescador, como muchos otros; un hombre recio, apasionado y de escasa educación. ¿Cómo podría él cumplir la misión que Jesús le daba? Pero lo hizo. El mismo Santiago temerario, que quiso hacer caer fuego del cielo sobre un grupo de samaritanos, llegó a ser el obispo de la iglesia de Jerusalén. El mismo que se había confabulado con su hermano para conseguir un asiento especial junto al trono de Jesús, se convirtió en el primer apóstol que sufrió el martirio (Hechos 12, 1-2).
A primera vista, probablemente nadie seleccionaría a Santiago para que fuera el responsable de la comunidad cristiana en su ciudad, especialmente cuando la Iglesia estaba comenzando a aceptar a los no judíos. Probablemente no tenía una buena idea de cómo ayudar a los judíos y gentiles creyentes a unirse y formar un solo cuerpo en Cristo, pero se dejó cambiar por Dios. Actuó por fe y le dio al Señor la oportunidad de enseñarle y formar su corazón.
Dios no está limitado por lo que tú piensas que puedes hacer para él, y de hecho tiene sueños que superan con mucho tus expectativas. Sigue haciendo oración cada día y pídele que guíe tus pasos y tus pensamientos. Con el transcurso del tiempo, el camino se abrirá.
Recuerda: Dios siempre empieza a actuar donde se agota la capacidad humana. Si tú crees que el Señor te ha pedido que le hables de la fe a alguien con quien te resulta difícil estar en la misma sala, díselo y él te dará la paciencia que necesitas. Si tú tienes que seguir atendiendo a tu familia cuando ya no das más de cansancio, él puede darte su fortaleza. Incluso si estás tan agobiado que no puedes hacer absolutamente nada, díselo. Él te auxiliará. Da un paso y observa cómo él lo da contigo.
“Señor, estoy dispuesto a caminar contigo hoy y todos los días. Confío en que tú me ayudarás a salir adelante.”
Salmo 126 (125), 1-6
Mateo 20, 20-28
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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