Cuando leemos el Evangelio, en varias partes vemos que los jefes de los judíos rechazaron el mensaje de Cristo porque pensaban que su enseñanza no era “auténtica.” Siendo “sabios y entendidos” no lograban captar las verdades de Jesús, porque su arrogancia intelectual y la dureza del corazón les cerraban el acceso a Dios. Por el contrario, los “sencillos” aceptaron con amor todo lo que Jesús enseñó. Para enfatizar la dureza de corazón de los eruditos, Jesús dijo que si Tiro y Sidón (ciudades gentiles conocidas por la inmoralidad y la corrupción) hubieran visto las obras de Jesús y escuchado sus palabras, se habrían arrepentido y cambiado.
¡Qué diferente es la forma en que los pequeños, por un lado, y los sabios y entendidos, por el otro, reciben las palabras del Señor! Esto sucede porque el mensaje de Cristo debe acogerse con humildad y respeto, como lo hacen los que buscan la verdad, sin la soberbia y la indiferencia que tan a menudo caracterizan a quienes confían solo en sí mismos. Los sabios y entendidos, en su mayoría, caen en la necedad de creer que son poseedores de la verdad, mientras que los humildes, indoctos y pequeños dejan que el Espíritu de Dios los ilumine, porque perciben que el Señor siempre tiene algo más que darles.
Dios desea revelar las verdades de su Reino a toda la humanidad, pero ¿estamos dispuestos a recibir la verdad de Jesús? Incluso los que ya tienen una relación con el Señor deben preguntarse esto. Hay quienes aceptan a Cristo hasta cierto punto, pero permanecen inmutables cuando la verdad de Dios es contraria a su modo de pensar o a sus conveniencias personales.
¿Tienes la tendencia a decidir lo que aceptas o rechazas del mensaje de Cristo? ¿Te abstienes de participar en la comunidad de tu parroquia porque no ves la necesidad de ayudar a los demás a crecer en la fe y la devoción? ¿Buscas oportunidades de servicio cristiano para compartir tus bienes, tiempo o talentos con los pobres, los que sufren y los necesitados como lo hizo Jesús? Si vemos situaciones como éstas y somos indiferentes, no estamos recibiendo el mensaje de Jesús como los pequeños y no estamos cumpliendo la voluntad de Dios. Estas son cosas que cabe analizar en la vida cristiana.
“Señor Jesús, quiero ser humilde de corazón y recibir tu palabra como los pequeños. Señor, Espíritu Santo, muéstrame a Cristo y guíame con tu luz.”
Éxodo 3, 1-6. 9-12
Salmo 103 (102), 1-4. 6-7
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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