Cristo viene en ayuda de la humanidad herida
«¿Cuál es el grande y primer mandamiento de la Ley?» Jesús le responde: «Amarás al Señor tu Dios, y a tu próximo como ti mismo» (Mt 22,36-39). El amor de Dios nos libera de la muerte, y el amor del hombre del pecado, ya que nadie peca contra el que ama. Pero ¿qué corazón puede poseer en plenitud el amor a su prójimo? ¿Qué alma puede hacer fructificar en ella, con respeto a todo el mundo, el amor sembrado en ella por este precepto: «Ama a tu próximo como ti mismo»? Nosotros somos incapaces por sí solos, somos los instrumentos de esta voluntad rápida y rica de Dios: es suficiente el fruto de la caridad sembrado por Dios mismo.
Dios puede, debido a su naturaleza, realizar todo lo que Él quiere; ahora bien, quiere dar la vida a los hombres. Los ángeles, los reyes y profetas... pasaron, pero los hombres no han sido salvados, hasta que desciende de los cielos el que nos tiene cogidos de la mano y nos resucita.
San Efrén (c. 306-373)
diácono en Siria, doctor de la Iglesia
Comentario al Diatésaron, cap.16, 9/23; SC 121
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