lunes, 3 de febrero de 2020

COMPRENDIENDO LA PALABRA 030220


“Vuelve a tu casa, junto a los tuyos y anúnciales todo lo que el Señor ha hecho por ti”

Cuando deseamos seguir a Jesús, no nos extrañemos si él no nos lo permite enseguida, o incluso si no nos lo permite jamás... En efecto, su mirada va mucho más lejos que la nuestra; y quiere no tan sólo nuestro bien sino el de todos...

Ciertamente compartir su vida, con y como los apóstoles, es un bien y una gracia, y debemos siempre esforzarnos para ser más y mejores imitadores de su vida. Pero esto es sólo una gracia exterior; Dios puede, colmarnos interiormente de gracia, hacernos mucho más santos incluso sin esta imitación perfecta. Puede, aumentando en nosotros la fe, la esperanza, la caridad, hacernos mucho más perfectos en este mundo, o en una orden [religiosa] mitigada, que lo seríamos en el desierto o en una orden austera... Si Dios no nos permite seguirlo, no hay que asombrarnos de eso, ni asustarnos, ni entristecernos, sino decirnos que nos trata como al Geraseno y que por tanto, tiene razones sabias y escondidas. Lo que hace falta, es obedecerle y aceptar su voluntad. Por otra parte, posiblemente Jesús permitió algunos meses o años más tarde, que el Geraseno se uniera a los apóstoles.

Confiemos siempre, y en todas partes acerquémonos a Él con todas nuestras fuerzas y seamos, en todos los momentos, en todas las condiciones, tal como él mismo, si hubiera estado allí, se hubiera comportado, y si la voluntad del Padre le hubiera puesto allí tal como nos pone a nosotros... La verdadera perfección es hacer la voluntad de Dios.


Beato Carlos de Foucauld (1858-1916)
ermitaño y misionero en el Sahara
Meditación sobre los Evangelios, nº 194

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