martes, 4 de febrero de 2020

CONTACTO QUE SALVA

(Sobre el Evangelio de San Marcos)
«Levántate» (Mc 5, 41)

«Cogió de la mano a la niña y le dijo: «Talitha qumi», que significa: «contigo hablo, niña, levántate».»

Puesto que has nacido una segunda vez te llamarán «muchacha». Muchacha, levántate para mi, no por tu propio mérito, sino por la acción de mi gracia. Levántate, pues, para mí: tu curación no es debida a tu fuerza. «La niña se puso inmediatamente en pie y echó a andar». Que Jesús nos toque también a nosotros y andaremos inmediatamente. Aunque seamos paralíticos, aunque nuestras obras sean malas y no podamos andar, aunque estemos acostados en el lecho de nuestros pecados..., si Jesús nos toca, inmediatamente quedaremos curados. La suegra de Pedro estaba cogida por la fiebre: Jesús la tocó con la mano, ella se levantó e inmediatamente les sirvió (Mc 1,31).

«Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase». ¿Entendéis ahora porqué echó fuera a todos cuando iba a hacer un milagro? No solamente les mandó sino que les insistió en que nadie se enterase. Lo mandó a los tres apóstoles, lo mandó también a los padres de la niña: que nadie se entere. El Señor se lo mandó a todos, pero la niña, a la que había levantado, no podía callarse.

«Y les dijo que dieran de comer a la niña» para que su resurrección no fuera considerada como la aparición de un fantasma. También él mismo, después de la resurrección, comió pez asado y un postre de miel (Lc 24,42)... Te lo suplico Señor, también a nosotros que estamos acostados, tócanos la mano; levántanos del lecho de nuestros pecados y haznos caminar. Cuando hayamos caminado, haz que nos den de comer. Acostados no podemos comer; si no estamos de pie, no somos capaces de recibir el Cuerpo de Cristo.

S Jerónimo

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