El amor de Dios es infinito
Actualmente, hay tan poca fe en el mundo que se espera demasiado o se desespera.
Algunas personas dicen: “He hecho demasiado mal, el Buen Dios no me puede perdonar”. Hijos míos, esa palabras son una gran blasfemia. Ponen límites a la misericordia de Dios, que no tiene límites, es infinita. Aunque hubieran hecho tanto mal como para provocar la perdición de una parroquia, si se confiesan, si se arrepienten por haber hecho ese mal y no quieren hacerlo de nuevo, el Buen Dios se los perdona.
Nuestro Señor es como una madre que lleva su niño en brazos. Ese niño es travieso: da pataditas a su madre, la muerde, la rasguña. Pero la madre no presta atención, sabe que si lo deja se caerá, que no puede caminar solo. (…) Así es Nuestro Señor. (…) Soporta todos nuestros malos tratos y arrogancias, nos perdona nuestras tonterías, tiene piedad de nosotros a pesar de nosotros mismos.
Cuando se lo pedimos, el Buen Dios está siempre tan pronto para acordarnos el perdón, como una madre está pronta para retirar a su hijo del fuego.
San Juan María Vianney (1786-1859)
presbítero, cura de Ars
Pensamientos, (“Pensées choisies du saint Curé d'Ars”, Tequi, 2007), trad. sc©evangelizo.org
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