La triple misericordia
“Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso” (Lc 6,36). Lo mismo que es triple la misericordia del Padre celeste hacia ti, tu misericordia hacia tu prójimo debe ser triple.
La misericordia del Padre es buena, inmensa y preciosa. “¡Qué hermosa es la misericordia en el momento de la aflicción, como las nubes de lluvia en tiempo de sequía!”(Sir 35,24), dice Ben Sirac. En el tiempo de la prueba, cuando el espíritu se entristece debido a los pecados, Dios infunde la lluvia de la gracia. Ella es frescura para el alma y remisión de los pecados. La gracia es inmensa: se extiende en las buenas obras a lo largo del tiempo. Ella es riquísima en las alegrías de vida eterna. Dice Isaías: “Recordaré los favores del Señor, alabaré sus proezas por todo el bien que él nos hizo en su gran bondad hacia la familia de Israel, y por todo el bien que nos hizo en su compasión y en la abundancia de su misericordia” (Is 63,7).
Tu misericordia hacia tu prójimo debe poseer estas tres cualidades: si ha pecado contra ti, perdónalo; si se separó del camino de la verdad, instrúyelo; si tiene sed, abrévalo. Por la fe y la misericordia, los pecados son purificados (cf. Prov 15). “Sepan que el que hace volver a un pecador de su mal camino salvará su vida de la muerte y obtendrá el perdón de numerosos pecados” (Sant 5,20), recuerda Santiago. Canta el salmista: “Feliz el que se ocupa del débil y del pobre” (Sal 40,2).
San Antonio de Padua (1195-1231)
franciscano, doctor de la Iglesia
Sermón para el cuarto domingo después de Pentecostés, (“Une Parole évangélique”, Franciscaines, 1995), trad. sc©evangelizo.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario