Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; toquen y se les abrirá. (Mateo 7, 7)
“¡Quiero un perrito!” ¿Cuántas veces escuchan los padres una petición como esta? Ellos no censuran a sus hijos por pedirles una mascota, pero es un deseo que por lo general queda sin respuesta. Los padres saben que el pequeño les pide cosas porque cree que ellos lo aman. Ya sea que reciba el perrito o no, en lo profundo del corazón el niño sabe que sus padres quieren lo mejor para él.
Esa es la clase de fe alentadora de la que Jesús nos habla en el Evangelio de hoy, cuando nos dice: Ten fe en mi bondad, ten fe en que tus necesidades y preocupaciones me importan a mí también. Yo te amo y quiero darte cosas buenas. Así que. . .
¡Pide! Pídele a tu Padre celestial aquello bueno que anhelas. Él sabe qué cosas te agradan y qué cosas te acercarán más a su lado; sabe qué cosas puedes soportar y cuáles te harán vacilar. Así que pídele directamente desde lo profundo de tu corazón. Él siempre te responderá, aun cuando la respuesta te resulte misteriosa o confusa.
¡Busca! Esta palabra implica acción. Actúa y ve tras lo que quieres. Haz un plan y cuéntaselo al Señor, y también a tu marido o esposa, a un consejero de confianza o a un amigo creyente. Luego, esfuérzate para obtenerlo. Dios te ayudará en tu búsqueda, o te hará saber que tiene algo mejor para ti. Sé diligente, pero también mantente atento a la realidad de que Dios anhela tu corazón más que ninguna otra cosa, pues quiere tener una relación personal contigo y bloqueará cualquier cosa que obstaculice esa relación.
¡Llama a la puerta! Si la puerta está cerrada, llama de nuevo una y otra vez. Pero cuando lo hagas, dispón tu corazón para recibir lo que Dios quiera darte. A lo mejor el Señor quiere reorientar tus aspiraciones para que desees hacer su voluntad más que la tuya, o guiarte amablemente hacia cosas que son más necesarias en tu vida espiritual, o bien podría simplemente darte lo que le estás pidiendo.
El Señor se interesa por todo aquello que es importante para ti. Así que pide, busca, llama a la puerta, y él siempre te responderá.
“Amado Padre celestial, escucha hoy el clamor de mi corazón, te lo ruego, pues necesito ayuda para crecer más en el amor.”
Ester 14, 1. 3-5. 12-14
Salmo 138 (137), 1-3. 7-8
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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