Con Jesús por la mañana.
“Ustedes, artistas, saben bien que la experiencia de la belleza auténtica, no efímera ni superficial, no es algo accesorio o secundario en la búsqueda del sentido y de la felicidad, porque esa experiencia no aleja de la realidad, sino, al contrario, lleva a una confrontación abierta con la vida diaria, para liberarla de la oscuridad y transfigurarla, a fin de hacerla luminosa y bella” (Benedicto XVI). Trabaja por un mundo más hermoso, cuida los detalles de belleza en tus espacios cotidianos. Brinda al Padre tu trabajo honesto y ofrece esta jornada por la intención del Papa.
Con Jesús durante el día.
“Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a mi hermano cuando me ofenda?, ¿hasta siete veces? Jesús le respondió: No te digo hasta siete veces, ¡sino hasta setenta veces siete!” (Mt. 18,21-22). Has un alto en tu día y reflexiona: ante una ofensa que recibes ¿te resulta fácil perdonar y luego acoger al hermano en tu vida y en tu corazón? Mientras renuevas el propósito del día, repite lentamente en tu corazón: “Señor, concédeme un corazón misericordioso”.
Con Jesús por la noche.
Hazte consciente. Detén la marcha del día y aquieta el interior. Dios te acompaña en el camino, aprende a reconocer su paso para crecer en sabiduría interior. Trae a la memoria los acontecimientos y las personas que hoy pasaron. Agradece todo. ¿Cómo ha sido tu día? ¿De qué modo Dios se te ha hecho presente? ¿Qué has aprendido? ¿Hay necesidad de enmendar algo o pedir perdón? Toma nota de lo que resuena en tu interior.
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