Con Jesús por la mañana.
“Este es mi último anhelo: que se haga una cruzada de amor y respeto al pobre, porque el pobre es Cristo: Cristo desnudo, Cristo con hambre, Cristo sucio, Cristo enfermo, Cristo abandonado... ¿Podemos quedarnos indiferentes? ¿Podemos quedarnos tranquilos? (San Alberto Hurtado). ¡Claro que no podemos quedarnos tranquilos ni hacernos los indiferentes! Pide al Señor que en este día te conceda, la gracia de poder reconocerlo en los demás y que te haga disponible para el servicio a los hermanos más necesitados. Ofrece este día por la intención del Papa para este mes.
Con Jesús durante el día.
“Jesús respondió a los fariseos: Por eso el hombre abandonará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y formarán los dos una sola carne. De tal forma que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, ¡lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre!” (Mt. 19,5-6). Jesús unió en su persona lo divino a lo humano y se unió a los más pobres, identificándose con ellos. En tus ambientes cotidianos: ¿Ves a Jesús en el hermano necesitado? ¿Te acercas a ellos con cariño? Repite en tu corazón: “Señor, que te ame y te sirva en los más necesitados”. Continúa con el propósito del día.
Con Jesús por la noche.
Recuerda a las personas y ofrece. Aquieta la respiración y cierra los ojos. Recuerda a las personas que acompañaron tu día. ¿Qué te han dejado esos encuentros? ¿Cuánto amor has demostrado en el trato? ¿Alguien necesita que le pidas perdón? ¿Qué te hubiera gustado que fuera diferente? Apunta lo que descubras y ofrece a todas las personas que estuvieron en tu día.
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