Santa Clara (1193-1252), monja franciscana
Carta 2 a Santa Inés de Praga, 3-14 (trad. Escritos de Santa Clara de Asís – Directorio franciscano)
La única cosa necesaria
Doy gracias al espléndido dispensador de la gracia, de quien sabemos que procede toda dádiva óptima y todo don perfecto, porque te ha adornado con tantos títulos de virtud y te ha hecho brillar con las insignias de tanta perfección, para que, convertida en diligente imitadora del Padre perfecto, merezcas llegar a ser perfecta, a fin de que sus ojos no vean en ti nada imperfecto. Ésta es la perfección por la que el mismo Rey te asociará a sí en el tálamo celestial, donde se asienta glorioso en el solio de estrellas, porque, menospreciando las grandezas de un reino terrenal y estimando poco dignas las ofertas de un matrimonio imperial, convertida en émula de la santísima pobreza en espíritu de gran humildad y de ardentísima caridad, te has adherido a las huellas de Aquel a quien has merecido unirte en matrimonio.
Como he sabido que estás colmada de virtudes, renuncio a ser prolija en la expresión y no quiero cargarte de palabras superfluas, aunque a ti no te parezca superfluo nada que pueda proporcionarte algún consuelo. Sin embargo, porque una sola cosa es necesaria (cf. Lc 10,42), ésta sola te suplico y aconsejo por amor de Aquel a quien te ofreciste como hostia santa y agradable (cf. Rom 12,1): que acordándote de tu propósito, como otra Raquel (cf. Gén 29,16), y viendo siempre tu punto de partida, retengas lo que tienes, hagas lo que haces, y no lo dejes, sino que, con andar apresurado, con paso ligero, sin que tropiecen tus pies, para que tus pasos no recojan siquiera el polvo, segura, gozosa y alegre, marcha con prudencia por el camino de la felicidad, no creyendo ni consintiendo a nadie que quiera apartarte de este propósito o que te ponga algún obstáculo en el camino para que no cumplas tus votos al Altísimo en aquella perfección a la que te ha llamado el Espíritu del Señor.
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