domingo, 27 de agosto de 2017

Ven Espíritu Santo!

Ven, Espíritu Santo,
Penetra en las profundidades de mi alma con Tu amor y Tu poder.
Arranca las raíces más profundas y ocultas del dolor
Y del pecado que están enterradas en mi.
Lávalas en la Sangre preciosa de Jesús
y aniquila definitivamente toda la ansiedad,
angustia, sufrimiento interior, desgaste emocional, infelicidad,
tristeza, ira, desesperación, envidia,
odio y venganza, sentimiento de culpa y de autoacusación,
deseo de muerte y de fuga de mi mismo,
toda opresión del maligno en mi alma,
en mi cuerpo y toda insidia que él pone en mi mente.

¡Oh Bendito Espíritu Santo!
Quema con Tu fuego abrasador
toda tiniebla instalada dentro de mi,
que me consume e impide ser feliz.

Destruye en mi todas las consecuencias de mis pecados
Y de los pecados de mis antepasados,
Que se manifiestan en mis actitudes,
Decisiones, temperamento, palabras, vicios.

Libera, Señor,
Toda mi descendencia de la herencia de pecado y rebeldía
Con las cosas de Dios que yo mismo le transmití.

¡Ven, Espíritu Santo! ¡Ven, en nombre de Jesús!
Lávame en la preciosa Sangre de Jesús.
Purifica todo mi ser, quiebra toda dureza de mi corazón,
Destruye todas las barreras de resentimientos,
Dolor, rencor, egoísmo, maldad,
Orgullo, soberbia, falta de tolerancia,
Prejuicios e incredulidad que hay en mi.

En el poder de Jesucristo resucitado,
¡libérame, Señor!
¡Cúrame, Señor!
¡Ten piedad de mi, Señor!

¡Ven Espíritu Santo!
Hazme resucitar ahora para una nueva vida,
Plena de Tu amor, alegría, paz y plenitud.

Creo que estás haciendo esto en mi ahora
Y asumo por la fe mi liberación, cura y salvación
En Jesucristo, mi Salvador

¡Gloria a Ti, mi Dios!
¡Bendito seas para siempre!
Alabado seas, mi Dios!
En Nombre de Jesús y por María,
Nuestra Madre.





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