lunes, 28 de agosto de 2017

Evangelio según San Mateo 23,13-22. 

"¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran. 
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno de la Gehena que ustedes! ¡Ay de ustedes, guías, ciegos, que dicen: 'Si se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el oro del santuario, entonces sí que vale'! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro? Ustedes dicen también: 'Si se jura por el altar, el juramento no vale, pero vale si se jura por la ofrenda que está sobre el altar'. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada esa ofrenda? Ahora bien, jurar por el altar, es jurar por él y por todo lo que está sobre él. Jurar por el santuario, es jurar por él y por aquel que lo habita. Jurar por el cielo, es jurar por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él. 

RESONAR DE LA PALABRA

Ciudadredonda
Queridos hermanos:
Durante cuatro días consecutivos resuena en la lectura continua un duro alegato contra los fariseos. Comenzó ya anteayer, sábado; mañana comentaremos un punto del evangelio correspondiente; pasado mañana se omite la lectura continua, pues prevalece el relato del martirio del Bautista. Hoy, segundo día de esta breve secuencia, contextuamos históricamente el pasaje y hacemos unos apuntes válidos para nosotros.
Diversos autores sitúan hacia el año 85 de nuestra era la redacción final del evangelio de Mateo. El año 70 las tropas de Tito, después de cercar Jerusalén, incendian la ciudad y su Templo. Hasta ese tiempo, el judaísmo tenía un rostro nada uniforme, e incluso fragmentado: los habitantes de Judea despreciaban a los galileos, y tiempo atrás se había roto su comunión con los heterodoxos samaritanos; saduceos, herodianos, celotas, fariseos y escribas estaban enfrentados entre sí. Después de la destrucción del Templo cambia el panorama: es la tendencia farisea la que se impone. La tensión entre esta tendencia y los cristianos de Palestina degenera en excomunión de los últimos. El capítulo 23 de Mateo refleja este conflicto: en labios de Jesús aparece la diatriba cristiana contra letrados y fariseos.
Ya en el discurso del Monte se denuncian en términos generales las deficiencias del fariseísmo; ahora se hace fuego contra ellos con toda una batería de acusaciones, en la que se percibe nítidamente la propensión a convertir el adversario en enemigo. Podríamos examinar en qué medida cedemos nosotros a esa misma inclinación en nuestras valoraciones de “los de fuera” o “los de enfrente” y averiguar si reconocemos en ellos algún rasgo digno de aprecio.
La relación de la Iglesias católica con el judaísmo ha conocido un cambio a partir del Vaticano II, sin que deban olvidarse ciertos precedentes. Si en Mateo prepondera la presentación de la comunidad cristiana como el verdadero Israel (¡piénsese en la parábola de los viñadores homicidas!), nosotros entendemos ahora la Iglesia como el Israel definitivo de Dios, a la vez que afirmamos con Pablo y los últimos papas que los dones de Dios son irrevocables y declaramos que Israel es nuestro hermano mayor. Lo reflejaba ya una anécdota del que sería papa Juan XXIII cuando era nuncio en París. En una recepción, el rabino le cedía el paso a él, y él al rabino. El nuncio Roncalli zanjó aquel certamen de cortesías con estas palabras: “primero, el Antiguo Testamento”; en nuestros días habría dicho: “primero, el Primer Testamento”.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

No hay comentarios:

Publicar un comentario