Con Jesús por la mañana.
“A veces nos parece que perdemos el tiempo cuando atendemos a un pobre... Nos parece que sus problemas no valen nuestro tiempo. ¿Tiempo perdido? No, Cristo, por cada uno de ellos bajó del cielo” (San Alberto Hurtado). El tiempo nos ha sido dado para servir. ¿Cómo empleas tus horas? ¿Dedicas tiempo a estar con tu familia y amigos o te aturdes con actividades que te aíslan de los demás? Descubre la belleza de “estar en los vínculos”. Llama a un amigo, toma con él un paseo, escucha sobre la marcha de su vida. Ofrece lo de hoy por los artistas.
Con Jesús durante el día.
“En aquel tiempo, Jesús dijo: Ustedes no se dejen llamar ‘maestros’, pues uno solo es su Maestro, y todos ustedes son hermanos” (Mt 23,8). ¿A quién buscas cuando sirves? ¿Te entristece la falta de agradecimiento cuando realizas algún servicio? ¿Te sientes hermano de tus hermanos aún en las disidencias? Repite al ritmo de respiración: “Dame tu amor y gracia para amar como Tú”.
Con Jesús por la noche.
Bautiza el día. Serénate y toma contacto con tu interioridad. ¿Cómo ha sido tu día? ¿Qué imágenes han quedado grabadas en el corazón? ¿En qué momento has sentido plenitud? ¿Qué sentimiento habita tu corazón ahora? ¿Cómo llamarías a tu día y por qué? Toma nota y agradece a Dios lo vivido.
aprovechando compartir para engrandecer nuestro espiritu en fortaleza y paz.
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