Con Jesús por la mañana.
“La belleza, desde la que se manifiesta en el cosmos y en la naturaleza hasta la que se expresa mediante las creaciones artísticas, precisamente por su característica de abrir y ensanchar los horizontes de la conciencia humana, de remitirla más allá de sí misma, de hacer que se asome a la inmensidad del Infinito, puede convertirse en un camino hacia lo trascendente, hacia el Misterio último, hacia Dios” (Benedicto XVI). Cada gesto de amor, es manifestación de la belleza del amor del Señor. Brinda un gesto de amor a alguien que lo necesite y ofrécelo, por la intención del Papa.
Con Jesús durante el día.
“Jesús dijo a sus discípulos: ¡Dejen que los niños vengan a mí; no se lo impidan! Pues de los que son como ellos es el Reino de los cielos” (Mt. 19,14). ¿Vives lo cotidiano con alma de niño? ¿Estás abierto a la sorpresa, y te dejas maravillar por la novedad de Dios con confianza? Mientras actualizas el propósito de la jornada, repite al ritmo pausado de tu respiración: “Hazme ser como niño, Señor”.
Con Jesús por la noche.
Bautiza el día. Serénate y toma contacto con tu interioridad. ¿Cómo ha sido tu día? ¿Qué imágenes han quedado grabadas en el corazón? ¿En qué momento has sentido plenitud? ¿Qué sentimiento habita tu corazón ahora? ¿Cómo llamarías a tu día y por qué? Toma nota y agradece a Dios lo vivido.
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