Dice el Papa Francisco que en el corazón de una persona golpeada por los celos y por la envidia ocurren “dos cosas clarísimas”. La primera cosa es la amargura.
“La persona envidiosa, la persona celosa es una persona amargada: no sabe cantar, no sabe alabar, no sabe qué cosa sea la alegría, siempre mira ‘qué cosa tiene aquel y que yo no tengo’.
Y esto lo lleva a la amargura, a una amargura que se difunde sobre toda la comunidad. Son, estos, sembradores de amargura”
La segunda actitud, “que lleva a los celos y a la envidia, son las habladurías. Porque este no tolera que aquel tenga algo, la solución es abajar al otro, para que yo esté un poco más alto. Y el instrumento son las habladurías.
Busca (y verás que) siempre, tras un chisme (…) están los celos, está la envidia. Y las habladurías dividen a la comunidad, destruyen a la comunidad. Son las armas del diablo”.
Esta noche pediremos a María que rompa los muros de la envidia y los celos,
¡ Que sea quebrada toda armadura y todo espíritu de chisme y murmuraciones!
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