martes, 22 de agosto de 2017

Meditación: Mateo 19, 23-30


Nuestra Señora María Reina

La Iglesia celebra hoy el Reinado de la Santísima Virgen María a semejanza y en perfecta coincidencia con el Reinado de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador, que no es temporal ni terreno, sino más bien eterno y universal.

Esta fiesta litúrgica fue instituida por el Papa Pío XII cuando coronó a la Santísima Virgen en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, el 11 de octubre de 1954, día en que también promulgó la Encíclica Ad Caeli Reginam, que habla sobre la dignidad y la realeza de María.

En esa encíclica se lee que “los teólogos de la Iglesia, extrayendo su doctrina” y consultando las reflexiones de varios santos y testimonios de la antigua tradición, “han llamado, a la Beatísima Madre, Virgen Reina de todas las cosas creadas, Reina del mundo, Señora del universo.”

El Papa Emérito Benedicto XVI, en el marco de la celebración de esta fiesta en 2012, dijo que esta realeza de la Madre de Dios se hace concreta en el amor y el servicio a sus hijos, en su constante velar por las personas y sus necesidades.

A su vez, el Papa Beato Pablo VI, en su Exhortación Apostólica Marialis cultus, escribió que en “la Virgen María todo es referido a Cristo y todo depende de él: en vistas a él, Dios Padre la eligió desde toda la eternidad como Madre toda santa y la adornó con dones del Espíritu Santo que no fueron concedidos a ningún otro.”

También leemos que el numeral 59 de la Constitución Dogmática sobre la Iglesia (Lumen Gentium), señala que “La Virgen Inmaculada… asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial fue ensalzada por el Señor como Reina universal, con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores y vencedor del pecado y de la muerte.”

San Juan Pablo II explicó en 1997 que “el título de Reina no sustituye al de Madre: su realeza sigue siendo un corolario de su peculiar misión materna, y expresa simplemente el poder que le ha sido conferido para llevar a cabo esta misión… Los cristianos miran con confianza a María Reina, y esto aumenta su abandono filial en aquella que es madre en el orden de la gracia.”
“Reina dignísima del mundo, María Virgen perpetua, intercede por nuestra paz y salud, te rogamos a ti que diste a luz a Cristo, Señor y Salvador de todos.”
Jueces 6, 11-24
Salmo 85(84), 9. 11-14

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

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