La oración del que es injusto con sus semejantes carece de esa delicada sensibilidad, pero también penetrante, que es considerada por Dios.
La oración del que es injusto con sus semejantes carece de esa delicada sensibilidad, pero también penetrante, que es considerada por Dios. Se trata de una oración grosera y antipática, como grosero y antipático es su autor. Y es porque en ella se siente la existencia del daño que le provoca a los demás
Los golpes que el hombre causa a los demás son como estados de insensatez, dirigidos hacia él mismo. Y es que todos nos hallamos como entrelazados. Los injustos portan consigo mismos, como sentenciadores o como factores que les petrifican y les rebajan espiritualmente, a esos a quienes perjudican.
Las heridas provocadas a los demás se reflejan en nosotros como estados de brutalidad. Es decir, nuestra mala voluntad al herir a los demás, se vuelve en contra nuestra.
Si no atendemos las súplicas de perdón y ayuda de los demás, no seremos capaces de elevar una oración sincera, digna de ser aceptada y escuchada, porque le faltará esa necesaria delicadeza para con los demás, que es la única que tiene paso ante Dios.
fuente: Doxologia
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