21 de noviembre de 2017.
La colonización cultural e ideológica no tolera las diferencias y hace todo igual terminandopor perseguir a los creyentes. Lo subrayó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta el tercer martes de noviembre. El Pontífice centró su reflexión en el martirio de Eleazar, que narra el libro de los Macabeos propuesto por la Primera Lectura (6,18-31).
El Santo Padre afirmó que existen tres tipos principales de persecuciones: una persecución sólo religiosa, otra político-religiosa como por ejemplo – dijo Francisco – la “Guerra de los treinta años” o la “noche de San Bartolomé”, y una tercera persecución de tipo puramente “cultural”,es decir, cuando llega “una nueva cultura que quiere hacer todo nuevo y barre con todas las tradiciones, la historia, e incluso la religión de un pueblo”. Este último tipo de persecuciones es la que encuentra Eleazar, condenado a morir por fidelidad a Dios.
El Papa recordó que el día anterior había iniciado el relato de esta persecución cultural, en la que algunos miembros del pueblo, viendo el poder y la magnífica belleza de Antíoco Epífanes, habían pensado en aliarse para ser modernos y perdieron. De manera que este pueblo que creció en torno a la Ley del Señor, hace entrar una nueva cultura, “nuevas instituciones”, que barren todo: “cultura, religión y ley”. “Todo nuevo”, la“modernidad” es una verdadera colonización ideológica – subrayó el Papa – que quiere imponer al pueblo de Israel “esta costumbre única”, en base a la cual todo se hace así y hay libertad para otras cosas. Y algunos aceptaron porque les parecía una cosa buena, para ser como los demás, y así se eliminan las tradiciones y el pueblo comienza a vivir de un modo diverso.
Para defender las “verdaderas tradiciones” del pueblo, nacen algunas resistencias, como la de Eleazar, hombre digno, muy respetado. Precisamente el Libro de los Macabeos relata la historia de estos mártires, de estos héroes. Una persecución nacida a partir de una colonización ideológica y siempre va adelante así: destruye, “hace todo igual, no es capaz de tolerar las diferencias”.
“Raíz perversa”fue la palabra clave que evidenció el Papa, es decir, Antíoco Epífanes: una raíz que viene hecha para entrar y hacer crecer en el pueblo de Dios “junto al poder” estos hábitos“nuevos, paganos, mundanos”.
Las colonizaciones ideológicas y culturales sólo ven el presente, reniegan el pasado y no ven el futuro
“Y éste es el camino de las colonizaciones culturales que terminan persiguiendo también a los creyentes. No debemos ir demasiado lejos para ver algunos ejemplos: pensemos en los genocidios del siglo pasado, que era una cosa cultural, nueva: “Todos iguales y éstos que no tienen la sangre pura, afuera, y éstos”… Todos iguales. No hay lugar para las diferencias, no hay lugar para los demás, no hay lugar para Dios. Es la raíz perversa. Ante estas colonizaciones culturales que nacen de la perversidad de una raíz ideológica, Eleazar, él mismo se hace raíz”.
El Pontífice prosiguió explicando que lo que había llegado del reino de Antíoco, era una novedad y que las novedades no son todas malas, basta pensar en el Evangelio, en Jesús, que es una novedad, si bien Francisco advirtió que hay que saber distinguir:
Es necesario discernir las novedades
“Es necesario discernir las novedades. ¿Esta novedad es del Señor, viene del Espíritu Santo, viene de la raíz de Dios o esta novedad viene de una raíz perversa? Antes, sí, era pecado. No se podía matar a los niños; pero hoy se puede, no hay tanto problema, es una novedad perversa. Ayer, las diferencias eran claras, como ha hecho Dios, la creación se respetaba; pero hoy somos un poco modernos… tú haces… tú entiendes… las cosas no son tan diferentes… y se hace una mescolanza de cosas”.
En cambio – dijo el Papa Bergoglio al concluir – la novedad de Dios jamás“hace una negociación”, sino que hace crecer y mira al futuro:
“Las colonizaciones ideológicas y culturales sólo ven el presente, reniegan el pasado y no ven el futuro. Viven en el momento, no en el tiempo, y por esto no pueden prometernos nada. Y con esta actitud de que todos sean iguales y borrar las diferencias cometen el pecado malísimo de la blasfemia contra Dios creador. Cada vez que se produce una colonización cultural e ideológica se peca contra Dios creador porque se quiere cambiar la Creación como la ha hecho Él. Y contra este hecho que a lo largo de la historia ha sucedido tantas veces hay sólo una medicina: el testimonio, es decir, el martirio”.
Francisco terminó deseando que el ejemplo de Eleazar “nos ayude en los momentos, tal vez, de confusión, ante las colonizaciones culturales y espirituales que se nos proponen”.
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