Con Jesús por la mañana.
“El verdadero encuentro con los demás implica la claridad de la propia identidad, pero al mismo tiempo la disponibilidad a ponerse en el lugar del otro para comprender, por debajo de la superficie, lo que agita su corazón, qué cosa busca verdaderamente. De este modo puede iniciar ese diálogo que hace avanzar en el camino hacia nuevas síntesis que enriquecen a uno y al otro” (Papa Francisco). Acércate a tu hermano con apertura y comprensión haciendo propicio el encuentro. Ofrece tu día por la intención del Papa.
Con Jesús por la tarde.
"Él responderá: Les aseguro que lo que no hicieron a uno de estos más pequeños no me lo hicieron a mí" (Mt. 25, 45). Haz un alto en el camino y reflexiona: ¿Comprendes a tu hermano necesitado? ¿Lo asistes en su necesidad? Dios ha elegido acercarse al que sufre a través de tus manos, tu tiempo, tu generosidad. Permite a Dios que llegue a más hermanos a través de tu servicio. Al ritmo sereno de tu respiración repite: "Señor, concédeme un corazón generoso". Continúa con el propósito de la mañana.
Con Jesús por la noche.
Revive tu historia. Al cerrar la semana repasa la historia vivida en ella. ¿Ha habido novedades que te han ayudado a crecer? ¿Qué acontecimiento te ha llenado de gozo? ¿Qué sentimientos recuerdas con más fuerza? ¿Qué palabras aún te resuenan? ¿Recuerdas alguna imagen que quede grabada en el corazón? ¿Qué encuentros te han llenado de alegría? Agradece a Dios lo vivido y disponte a iniciar una nueva semana.
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