Con Jesús por la mañana.
“En tu aparente parálisis, nos envías a recorrer caminos, somos tus pies y te acercamos a las vidas más marginadas, pisadas suaves para no despertar a los niños que duermen su inocencia, pisadas fuertes para bajar a la mina o llevar con prisa una carta perfumada” (Benjamín González Buelta sj). Estás llamado a ser Dios para otros. Acércate con un gesto cálido a quienes encuentres. Abandona el gesto duro y frío. Sonríe, abraza y expresa cariño. Ofrece tu día por los cristianos de Asia.
Con Jesús por la tarde.
"Y que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven" (Lc 20, 37-38). ¿Qué dimensiones de tu vida necesitan renacer? ¿Qué debes dejar morir para nacer a una mayor libertad interior? Mientras continúas con el propósito del día, repite en tu interior: "Padre, resucítame en tu amor".
Con Jesús por la noche.
Trae a las personas. Trae a la memoria a las personas que has encontrado hoy. ¿Quiénes son? ¿Cómo han sido esos encuentros? ¿Cómo ha sido tu acogida y tu despedida? Reconoces que las personas son regalos que Dios te acerca cada día. ¿Qué te han hecho sentir? ¿Qué has podido hacer por los demás? ¿Hay alguien que necesite una disculpa? Agradece el don de la vida en ti y en tus hermanos.
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