jueves, 23 de noviembre de 2017

RESONAR DE LA PALABRA Evangelio según San Lucas 19,41-44.

Evangelio según San Lucas 19,41-44. 
Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella, diciendo: "¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos. Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes. Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios". 



RESONAR DE LA PALABRA

Bonifacio Fernandez, cmf
Queridos amigos y amigas:
Este pasaje se sitúa en la sección del ministerio de Jesús en Jerusalén, que es el destino de su larga peregrinación. Tras la entrada mesiánica viene esta “lamentación por Jerusalén”. Jesús llora sobre la ciudad. Algunos detalles del texto:
Contraste entre la alegría de la escena anterior y el llanto de Jesús. Festivamente es aclamado Mesías a la entrada en la ciudad, Jesús llora de pena por la ciudad.
Juego con el nombre de Jerusalén que teológicamente significa “visión de paz”.
La expresión “vendrán días” es de tenor apocalíptico y el texto está lleno de reminiscencias proféticas.
Evoca la ruina de Jerusalén que puede hacer alusión a la del año 587 o a la del año 70 de nuestra era, de la cual no describe ninguno de sus rasgos característicos.
La profecía está llena de realismo.
El motivo del llanto de Jesús es la destrucción de la ciudad, que Jesús contemplaría en visión profética. Pero esa realidad histórica sería el signo de algo más profundo: Jerusalén no reconoce en este día la presencia en ella de su salvador. Ese es el gran contraste. Ese es el misterio. Los representantes religiosos de la ciudad rechazan al Mesías de la paz. No reconocen que es su momento decisivo, que es su gran oportunidad. No conocen el tiempo de la visita de la gracia. Rechazan a su salvador. Esa es la gran paradoja: lo tienen delante y no lo ven. Le es enviado y no lo reconocen. Está oculto a sus ojos, es decir, como si Dios ocultase la salvación cuando los hombres la rechazan.
El motivo del llanto de Jesús no es simplemente la suerte de la ciudad con toda su belleza y esplendor; no está pensando sólo en el sufrimiento de su habitantes; está pensando en la negativa humana a recibir la gran liberación. Pero Jesús sabe también que ese poder de rechazar no va impedir el amor salvador de Dios. Simplemente la historia de la salvación seguirá otros caminos.
Vuestro hermano en la fe.
Bonifacio Fernández cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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