Misal Romano
Prefacio para la fiesta de la dedicación de una Iglesia
“Mi casa es casa de oración” (Is 56,7)
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque te has dignado habitar en toda casa consagrada a la oración,
para hacer de nosotros, con la ayuda constante de tu gracia,
templos del Espíritu Santo (1Co 3,16),
resplandecientes por la santidad de vida.
Con tu acción constante, Señor,
santificas a la Iglesia, esposa de Cristo,
simbolizada en edificios visibles,
para que así,
como madre gozosa por la multitud de sus hijos,
pueda ser presentada en la gloria de tu Reino.
Por eso con los ángeles y todos los santos cantamos sin cesar
el himno de tu gloria:¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
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