A veces nos lamentamos de que el cristianismo, en la sociedad de hoy, es una presencia cada vez más marginal; de que es difícil transmitir la fe a los jóvenes, de que las vocaciones disminuyen. Y se podrían seguir enumerando motivos de preocupación…
De hecho, no es raro que, en el mundo actual, nos sintamos perdedores. Pero la aventura de la esperanza nos lleva más allá. Un día hallé escrito en un calendario estas palabras: “El mundo es de quien lo ama y mejor sabe demostrarlo”. ¡Qué verdaderas son! En el corazón de las personas hay una sed infinita de amor, y nosotros, con el amor que Dios ha infundido en nuestros corazones, podemos saciarla.
¡Espera en Dios!, Breves reflexiones del Cardenal Van Thuan, Ciudad Nueva, Buenos Aires, 2009, p. 90.
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