domingo, 26 de noviembre de 2017

Meditación: Mateo 25, 31-46

Cuando venga el Hijo del hombre… se sentará en su trono de gloria. Mateo 25, 31
Hoy día celebramos la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el “Rey de Reyes y Señor de Señores”, al que un día todas las creaturas aclamarán con grandes voces diciendo: “Al que está sentado en el trono y al Cordero, la alabanza, el honor, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 5, 13). La semana que hoy comienza es la última del año litúrgico.

Reflexionando sobre el significado de esta solemnidad, se nos vienen a la mente algunos de los atributos divinos de nuestro Rey: su omnisciencia, omnipresencia, su naturaleza divina e inmutable, etc. Pero Jesús es también la revelación del Padre, que se presentó a Moisés como el “Dios tierno y compasivo”. Él es el Buen Pastor, que cuida su rebaño, buscando a sus ovejas y llevándolas a buenos pastos; es el Mesías de Dios, que se conmueve por los pequeños y los enfermos, por los que sufren y por los que tienen hambre de la Palabra de Dios.

Infinitas son la ternura y la misericordia de nuestro Rey, y él quiere que sus fieles tengamos su mismo espíritu de compasión y generosidad. En efecto, el Señor sigue visitando, por intermedio nuestro, al hambriento, el sediento, el enfermo, el sin casa, el encarcelado, y utiliza las manos y pies de sus discípulos para llevar ayuda a quienes necesitan alimento, ropa, albergue y un oído atento y compasivo. Aunque las obras de caridad no sustituyen a la fe para la salvación, nosotros seremos igualmente juzgados por las obras que hagamos o dejemos de hacer.

Todo acto de ayuda y servicio que hagamos demuestra cuánto amamos a Jesús, porque él también está presente en los pobres, los marginados y los indefensos. Cuando nuestro Rey vuelva en gloria, ¡qué alegría será escuchar su invitación!: “Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo.”
“Dios y Señor nuestro, concédenos un mayor grado de tu amor para que aprendamos a reconocerte en los demás y servirte en ellos.”
Ezequiel 34, 11-12. 15-17
Salmo 23(22), 1-6
1 Corintios 15, 20-26. 28

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