Dios es como el fuego que destruye nuestro pecado;
El está siempre dispuesto a perdonarnos. Cuando el Señor nos perdona, el pecado es eliminado. Pero es necesario que exista combustible. Y ¿qué es el combustible? Es justamente el hecho de reconocer nuestros pecados y entregarlos a Dios.
Cuando nos arrepentimos, la misericordia del Señor nos alcanza.
Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no estará en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, Dios estará ahí, fiel y justo, para perdonarnos los pecados y para purificarnos de toda iniquidad". (cfr. 1 Juan 1)
En el hecho de reconocer nuestros pecados Dios ya se hace presente.
La misericordia de Él provoca en nosotros el arrepentimiento y eso hace que digamos: "Señor, yo erré, y no lo quería". Y la Palabra de Dios dice, en el momento del reconocimiento, "el Señor ahí esta, fiel y justo, para purificarnos de toda iniquidad". Cada vez que nos confesamos, esa iniquidad va desapareciendo, se va consumiendo.
Tu hermano,
Monsenhor Jonas Abib
Fundador da Comunidade Canção Nova
fuente Portal Canção Nova
adaptación del original en português.
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