Jesús dijo a los judíos: "Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo". Pero para los judíos esta era una razón más para matarlo, porque no sólo violaba el sábado, sino que se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre.Entonces Jesús tomó la palabra diciendo: "Les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por sí mismo sino solamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace. Y le mostrará obras más grandes aún, para que ustedes queden maravillados. Así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, del mismo modo el Hijo da vida al que él quiere. Porque el Padre no juzga a nadie: él ha puesto todo juicio en manos de su Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió. Les aseguro que el que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado, tiene Vida eterna y no está sometido al juicio, sino que ya ha pasado de la muerte a la Vida. Les aseguro que la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan, vivirán. Así como el Padre dispone de la Vida, del mismo modo ha concedido a su Hijo disponer de ella, y le dio autoridad para juzgar porque él es el Hijo del hombre. No se asombren: se acerca la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz y saldrán de ellas: los que hayan hecho el bien, resucitarán para la Vida; los que hayan hecho el mal, resucitarán para el juicio. Nada puedo hacer por mí mismo. Yo juzgo de acuerdo con lo que oigo, y mi juicio es justo, porque lo que yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió.
RESONAR DE LA PALABRA
Pedro Belderrain, cmf
Queridos hermanos y hermanas,
Los textos del Evangelio que nos acompañan esta semana cambian hoy de tono. Hasta ahora se nos han presentado fragmentos que recordaban la frescura narrativa de los sinópticos: se han descrito episodios, acciones de Jesús. Ahora se nos ofrecen algunas de sus afirmaciones: extractos de uno de sus discursos. ¿Quién es Jesús?, ¿qué relación tiene con el Padre?
Es sábado y el Padre sigue actuando. Y además ha ungido al Hijo para que también lo haga. Este Jesús no es un hombre excepcional cualquiera: es el Hijo; es alguien que se permite hablar del Padre, de su relación con Él (poniendo muy nerviosos a gran parte de quienes le escuchaban).
Hace varias décadas, cuando la teología alemana llegaba fresca a las aulas españolas, oímos expresiones que chirriaban un poco en nuestros oídos: hablaban de Jesús como el lugarteniente del Padre, como su plenipotenciario… ¡Cómo si el Nuevo Testamento no abundara en términos bien hermosos para nutrir nuestra fe! El mismo Cristo nos ofrece hoy un sencillo tratado de cristología. No nos dejemos enredar en cuestiones extrañas: contemplemos la estrechísima relación Padre-Hijo, percibamos la hondura del amor que les une, del amor que ambos quieren compartir con todos nosotros y derramar generosamente sobre el mundo.
El Concilio Vaticano II lo afirma con bellas palabras: “Dios invisible, movido por su gran amor, habla a los hombres como amigos y vive con ellos, para invitarlos a entrar en relación con Él y hacerles partícipes de su propia vida” (DV 2). Saboreen la afirmación conciliar. No somos esclavos, ni siquiera amigos, ¡somos también hijos y hemos sido invitados a compartir la misma vida eterna que une al Padre y al Hijo! En nuestro camino hacia la Pascua puede haber hoy un momento especial para la acción de gracias: ¡Gracias, Padre, por invitarnos a formar parte de tu familia! Ayúdanos a responderte con generosidad y a hacer más fácil la vida de todos nuestros hermanos.
Comentario publicado por Ciudad Redonda
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