San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Comentario a la carta de san Juan, nº 1,9
«Sed perfectos como mi Padre celestial es perfecto»
«En esto reconocemos que estamos en Dios: si en él somos perfectos.» Aquí Juan quiere decir: perfectos en el amor (1Jn 4,17). ¿Cuál es la perfección del amor? Amar a nuestros enemigos y amarlos hasta tal punto que lleguen a ser nuestros hermanos. En efecto, nuestro amor no debe ser un amor según la carne. Ama, pues, a tus enemigos deseando que sean tus hermanos; ama a tus enemigos de manera que se sientan llamados a vivir en comunión contigo.
Es así que amó aquél que, colgado de la cruz, decía: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). A través de una oración cargada de misericordia y de un gran poder, quería arrancarlos de la muerte eterna. Por otra parte, muchos de ellos creyeron y fueron perdonados por haber hecho derramar la sangre de Cristo. Se la hicieron derramar encarnizándose contra él; al creer la bebieron. «En esto reconocemos que estamos en él: si en él somos perfectos.» El Señor nos invita a esta perfección de amor a los enemigos cuando dice: «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto».
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