El Inmaculado Corazón de la Virgen María
Hoy celebramos la fiesta del Inmaculado Corazón de la Virgen María. San Juan Eudes decía que el Corazón de María es la fuente y el principio de todas las grandezas y excelencias que la adornan y que la encumbran por encima de todas las creaturas, por ser hija predilecta de Dios Padre, madre muy amada de Jesús y esposa fiel del Espíritu Santo.
Esta fiesta está íntimamente unida a la del Sagrado Corazón de Jesús, que celebramos ayer. Ambas fiestas se celebran, viernes y sábado respectivamente, en la semana siguiente al domingo en el que honramos el Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, nuestro Señor. Los Corazones de Jesús y de María están maravillosamente unidos en el tiempo y en la eternidad desde el momento de la Encarnación.
El corazón es símbolo de la intimidad de la persona. La primera vez que se menciona el Corazón de María en el Evangelio es para expresar toda la riqueza de esa vida interior de la Virgen: “María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón” (Lucas 2, 19).
La fiesta del Corazón Inmaculado de María fue establecida en toda la Iglesia por el papa Pío XII el 4 de mayo de 1944, para obtener, por medio de la intercesión de María, “la paz entre las naciones, libertad para la Iglesia, la conversión de los pecadores, amor a la pureza y la práctica de las virtudes.” La devoción al Corazón de María nos lleva a tratar a nuestra Madre con más confianza, con la sencillez de los niños pequeños que acuden a sus madres en todo momento: no sólo cuando están en gravísimas necesidades, sino también en los pequeños apuros.
Hoy queremos encontrarnos con María, nuestra madre. Si acudimos confiados a su lado, ella nos va a decir qué debemos hacer y percibiremos su amor, el mismo amor que Jesús nos tiene a cada uno de nosotros. Pidamos a Dios, que preparó en el Corazón de María una morada digna para el Espíritu Santo, haga que nosotros, por intercesión de la Santísima Virgen, lleguemos a ser templos dignos de su gloria.
“Santísima Virgen María, unidos a ti, que eres la portadora por excelencia de Cristo para el mundo, y ungidos por el poder del Espíritu Santo, seamos instrumentos del amor, la alegría y la paz de tu Inmaculado Corazón para el mundo que muere de aridez e indiferencia.”
2 Timoteo 4, 1-8
Salmo 71(70), 8-9. 14-17. 22
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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