¿Por qué se acercó Jesús al cortejo fúnebre del joven fallecido, hijo único de una viuda? Sin duda, su compasión por los que sufren y los necesitados le movió a hacerlo.
Cuando se encontró con un leproso, lo tocó y lo sanó porque “sintió compasión” (Marcos 1, 41). Cuando los discípulos trataron de impedir que los niños se le acercaran, su ternura lo movió a recibirlos (Lucas 18, 15-16). Asimismo, la compasión por la viuda lo llevó a socorrerla.
Nosotros también hemos estado contaminados con la lepra del pecado, espiritualmente muertos y sin esperanza. Pero Jesús tuvo compasión de nosotros y, por su muerte en la cruz, nos resucitó de la muerte para darnos la vida nueva. Del mismo modo que los habitantes de Naín alabaron a Dios al presenciar tan magnífico milagro, también nosotros podemos regocijarnos y alabar al Señor por la obra de renovación que está haciendo en nuestro medio. Por su gran misericordia, Dios decidió rescatarnos, congregarnos a su lado y manifestarnos su amor, para que aceptemos su salvación de todo corazón: “Nosotros amamos porque él nos amó primero” (1 Juan 4, 19).
Querido lector, le sugerimos que escriba las diversas ocasiones en que usted ha experimentado la compasión y la ternura de Dios. Recuerde el día de su entrega a Cristo, cuando el Señor lo rescató de la muerte por medio de su cruz, y le dio una vida nueva en el Espíritu Santo. Trate de recordar hechos concretos en los que usted supo que Cristo le estaba dando consuelo, sabiduría o fortaleza.
Piense en sus distintos familiares y en cómo los ha protegido Dios. Los creyentes, que hemos recibido tan sublime amor y gracia, estamos ahora llamados a compartir ese amor con los que nos rodean. Pidámosle al Espíritu Santo que nos enseñe a amar como Jesús ama, para que seamos buenos testigos de Cristo.
“Jesús, Señor nuestro, permite que tu compasión nos llene de compasión por los demás, especialmente nuestros familiares y los que no conocen tu gran amor y misericordia.”
1 Reyes 17, 17-24
Salmo 30(29), 2. 4-6. 11-13
Gálatas 1, 11-19
Salmo 30(29), 2. 4-6. 11-13
Gálatas 1, 11-19
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